Por RAFAEL MIS COBÁ
¡Represión, represión!, gritan los manifestantes, lo que aprovechan los opositores al sistema, así como la mayoría de los medios de comunicación para replicar: ¡Represión, represión!, sabiendo que es una forma segura de atraer más clientela.


¿Cuál represión?, estas generaciones no conocen lo que realmente es una represión, pero el rociado de polvo dispersador, humo y chorros de agua les sirve de maravilla para armar un show mediático.

Una represión desde el poder se caracteriza por ser violenta y, pradójicamete, resultan más violentas algunas manifestaciones, movilizaciones y protestas que causan daños materiales y a terceros, sin que se deslinden responsabilidades para quienes causaron los perjuicios. Es más, resulta común ya la inmediata intervención de organismos que se dicen defensores de los derechos humanos en favor de los manifestantes, y de silencio para las partes afectadas.
Si lugar a dudas, los maestros luchadores y con vocación de servicio merecen todo el respeto y el solidario apoyo de la sociedad, pero los hay también holgazanes y holgazanas que bajo el mínimo pretexto incumplen con sus obligaciones laborales, pero por fortuna son los menos.
Los maestros tienen el derecho constitucional de protestar y buscar mejores condiciones de trabajo, pero las suspensiones de clases en horarios laborales, las inasistencias por diversos motivos y pretextos, aunados a puentes y más puentes, vulneran también el derecho a la educación de la infancia.
Y qué hay del Gobernador criticado por sus gustos al bailongo y a la trova, pues ya demostró que no deben subestimar su carácter y capacidad de decisión para poner orden y hacer cumplir con la Ley, antes que reine la anarquía, aunque seguramente esas medidas le traerá costos políticos.
Con toda seguridad estos comentarios herirá la piel sensible de muchos que no los comparten, pero sin duda alguna otros estarán de acuerdo y desearían expresarlo públicamente aunque muchos no puedan hacerlo aunque quisieran.
¡Represión, represión!, puro show de ambas partes
Para represión, los violentos “uasc’opazos” que propina la “t’intin kí” y aromática Tía Juana a su travieso y cabezón sobrino.