Jesús “Cholain” Rivero, el gran maestro


Lo bueno… Lo malo…

Por Mariano Quintal Yam

Era todo un placer platicar con él, siempre hablando de filosofía y literatura, como el gran maestro que fue; su no creencia en Dios alguno hacía más sabrosas nuestras discusiones, contrapuestas, entre el olor de la brea y el sudor en el gimnasio de boxeo, en donde los demás temas quedaban en segundo plano para él.

Jesús Rivero Gamboa, a quien se le conocía mejor como Cholain Rivero seguirá con sus disertaciones filosóficas en el más allá, ahora pleno conocedor del arcano. O quizá descansará en paz, sin nada más en el infinito…

Entrenador de pugilistas, a quienes además de enseñarles los secretos de la defensa personal, en el deporte de los moquetazos, también preparaba a sus pupilos, para ser personas ejemplares y llevar una vida alejada de escándalos y actitudes que pueden denigrar al ser humano.

A Cholain Rivero le tocó rendir tributo a la naturaleza, a sus 95 años de edad el pasado día 14, simplemente porque su cuerpo requirió el descanso final. Malo, muy malo, darle el adiós a un amigo, como me calificó en alguna ocasión, en los tiempos aquellos de la gloria boxística, en los que este escribidor lo vio, entrevistó y consideró siempre como un maestro, graduado de la UNAM en Filosofía y Letras y luego maestro en Historia. Por cierto, una fotografía de don Jesús sosteniendo un periódico da testimonio de dónde este pergeñador de textos lo conoció y frecuentó en el lapso de la gloria de Miguel Canto.

Lo bueno es el enorme legado que don Jesús como le decíamos casi todos, dejó para la leyenda del boxeo no solo mexicano, sino mundial. Reconocidos manejadores como El Cuyo Hernández y otras reconocidas personalidades del boxeo.

Podemos decir que Don Chucho, otro sobrenombre que le daban sus pupilos, interpretó perfectamente el anhelo del Marqués de Queensberry, John Sholto Douglas, italiano de origen escocés, quien reglamentó el boxeo y dio su nombre a las reglas escritas por John Graham Chambers, para reglamentar el deporte de los puñetazos, como es hasta ahora, en ese entonces se introdujo el uso de guantes, rounds de tres minutos etc.

Este escribidor nunca le preguntó a Cholain si seguía fielmente las creencias del Marqués, quien por cierto también era ateo, porque el espíritu sostenía, era combatir, de acuerdo a las reglas, porque el objetivo no es ganar por ganar, y menos si no hay reglas establecidas.

Recordemos que hasta en las guerras se han establecido reglas, acorde con el Derecho Internacional.

Pero este tundeteclas se ha apartado un poco del tema. Cuando hablaba del rival en turno, de su pupilo favorito, del gran Miguel Canto Solís. Cholain, si puede decirse, se transfiguraba, y analizaba los puntos débiles de la defensa del enemigo a vencer, para seguidamente establecer la táctica a seguir, mientras con las manos mostraba y en su rostro se dibujaba, lo que debía hacerse ante el rival, en el ring.

Ni hablar, don Jesús fue todo un estratega del boxeo y no hablemos nada más de las 15 defensas del título mundial de peso mosca que llevó en la testa Miguel Canto, a quien con toda justicia se le concedió el título de Maestro del Boxeo; otros por su estatura le decían el maestrito. Pero sus rivales le decían el fantasma, porque no podían encontrarlo para pegarle.

En 1979 el coreano Chan Hee Park lo destronó, pero le concedió la revancha en ese mismo año, pero la pelea fue dictaminada empate, en territorio del campeón…

Óscar De la Hoya, también tuvo en su esquina a Cholain, aunque fugazmente, pero en un gesto que enaltece al boxeador, visitó a su mentor en la casa de éste, aquí en Mérida y reconoció públicamente que no solo en el boxeo, sino como persona, también lo hizo cambiar. Otro logro de Cholain.

Otros dos campeones mundiales en el establo de Cholain Rivero fueron Óscar Larios, a quien conocían como Chololo y Ulises, el Archie, Solís.

Otro que pudo haber sido un campeón más grande de lo que lo fue es Gustavo Guty Espadas padre, porque el progenitor de éste le pidió a Cholain que entrenara a Guty, pero Cholain se retiró porque a Guty ya lo entrenaba Edilberto Rivero, “Beto”, como era conocido.

Sin lugar a dudas se fue don Jesús Rivero Gamboa, Cholain, pero nos queda además del gran trabajo que hizo en el pugilismo su don de gentes y su presencia de hombre cabal, honesto.

Descanse en paz, en este mundo, o en el gimnasio celestial si es que sus creencias no fueron del todo acertadas…