Lo bueno… Lo malo…
Por Mariano Quintal Yam

Bueno es que el presidente municipal de Mérida, y el gobernador del Estado, hayan dicho que apoyarán en lo posible al esclarecimiento de los hechos en torno a la muerte, violación y presunto abuso policial, incluso que por allá se tase en $ dos millones y medio, una intención de indemnización, para la familia del joven veracruzano que vino a Mérida para encontrar trabajo y a cambio encontró la muerte.

Lo malo, pésimo, aberrante es que la tortura, violación y muerte de ese joven haya sido a manos de agentes policiales del municipio de Mérida, al menos es lo que por ahora se dice, aunque las investigaciones habrán de esclarecer más la barbarie cometida, si los hechos resultan ciertos, por la extensión de la Presidencia Municipal de Mérida, es decir, la Policía Municipal.
Pero lo triste en grado proterviano, derivado de la protervia, que es perversidad, obstinación en la maldad es que ahora los polis acusados estén por allá “libres de culpa”, por el momento debido a que el juez Rómulo Antonio Bonilla Castañeda resolvió no vincular a proceso a los acusados, quesque por falta de pruebas.
Bueno, un nuevo y triste episodio en esta requetetristísima historia en la que un joven perdió la vida. La Fiscalía del Estado dijo que apelará la resolución y brindará nuevas pruebas. Sería determinante el parte de ingreso del ahora occiso en la cárcel municipal, como se sabe hay un protocolo en el que un médico debe de dar fe del estado de salud de quien ingresa y sale de la cárcel. ¿Existirá ese informe o parte médico? Al tiempo…
Esta columna no duda de lo que el joven le dijera vía telefónica a su madre, respecto a que había sido torturado y violado por policías municipales; tampoco se pretende la defensa de las o los funcionarios que encabezan las administraciones estatal y municipal de Yucatán y Mérida. No, no debemos de olvidar tampoco que hay algo que se llama presunción de inocencia y mientras una persona no sea convicta de tal o cual crimen, pues es inocente, hasta que la ley dice lo contrario. Y por lo visto…
Cuando un funcionario público resulta culpable de una violación a los derechos humanos su superior también puede ser, no cómplice, pero si tener un grado de responsabilidad, por omisión, cuando sabiendo lo que está mal no lo corrige, pero esa es, como dicen por ahí, otra historia.
Muchas versiones han girado en torno a este triste, tristísimo asunto que le costó la vida a un joven y llenó de dolor a una familia.
Toda la sociedad yucateca está indignada por este episodio, y si no, recordemos cómo protestó cierta cantidad de gente ante las puertas de los palacios municipal y estatal.
Versiones fueron y versiones han venido en torno a la muerte del joven veracruzano.
Veamos algunas de ellas:
Que armó un problema en el Parque de San Juan al intentar “asaltar” a alguien.
Raro que ese alguien no haya interpuesto su denuncia y si lo hizo que, al día siguiente, pese a la “denuncia por alterar el orden”, lo hayan dejado en libertad.
Se han publicado fotos del joven, al menos se dice que es él, con los moretones a consecuencia de las “caricias” que le hicieron los presuntos policías violadores.
La Policía Municipal, insistimos, tendrá que mostrar, ante las autoridades judiciales su protocolo de atención a detenidos, fotos de cómo entró en la cárcel y evidencia de cómo salió, así como la atención médica que se le dio cuando estaba bajo la responsabilidad de la Policía Municipal de Mérida. Esa información es vital para desmentir el rumor de que algún médico en el Hospital O’Horán certificó que el joven murió a causa del chiwogusano, cuando al parecer –otra vez lo que se ha dicho- le rompieron alguna costilla que le perforó un pulmón y no recibió la atención adecuada.
Otra versión que ha corrido, al parecer desde los medios oficiales, es que el joven era drogadicto y también homosexual.
La pregunta obligada es: ¿Alguna de esas dos circunstancias es causal de la pena de muerte?
Esta columna, no tiene ni bueno ni malo en este triste asunto, aunque iniciamos con lo bueno de la posible intención de reparar el daño por parte de las autoridades. Solo podemos calificar de peor, malo, malísimo, pésimo proterviano el que una persona haya perdido la vida en manos de quienes la autoridad municipal invistió de autoridad; entes, de resultar finalmente responsables de los delitos de los cuales se les acusa, que no son dignos de ser llamados seres humanos, si todo lo que se dice en torno de este triste asunto es cierto. Esperemos el resultado de las investigaciones de la Fiscalía…