Vía y cruces de los derechos humanos


Derechos civiles y políticos de las mujeres

La mujer, en materia de derechos humanos, es considerada entre los grupos vulnerables de la población y aunque se han hecho leyes en favor del sector femenino, aún falta mucho para empoderarlas plenamente, para el disfrute de sus derechos civiles y políticos.

En 1947, 12 de febrero, el Diario Oficial de la Federación publicó un Decreto de adición al Artículo 115 para permitirles la participación como votantes y como candidatas, quedando establecido que: “En las elecciones municipales participarán las mujeres, en igualdad de condición que los varones, con el derecho de votar y ser votadas”, de acuerdo a lo que señala el Instituto Nacional para el Federalismo y el Desarrollo Municipal.

Pese a lo anterior y ya transcurridos muchos calendarios, el 3 de julio de 1955, la mujer mexicana pudo ejercer su voto en una elección Federal, cuando Adolfo Ruiz Cortines cumplió una promesa de campaña.

El sector femenil de México puso su decisión en las urnas, para la elección de los integrantes de la XLIII Legislatura. Ese fue un primer paso importante para reconocerles sus derechos civiles y políticos a las mujeres.

No obstante, los varones y mejor dicho los políticos de esos tiempos siguieron vetando a la mujer en los cargos públicos de primera línea, y fue en 1979 cuando los y las electoras de Colima llevaron a la gubernatura de ese Estado mexicano a Griselda Álvarez.

En Yucatán una de las luchadoras incansables para lograr el voto de la mujer fue Elvia Carrillo Puerto, hermana del gobernador Felipe Carrillo Puerto. Algunas personas recuerdan a Elvia, como la Monja Roja del Mayab por su lucha en favor de los derechos políticos de la mujer, hasta que en 1953 fructificó su lucha y fue elegida diputada local junto con Beatriz Peniche Barrera y Raquel Dzib Cicero.

Todas las mujeres feministas de esos duros tiempos políticos tuvieron que luchar en contra de la intolerancia de quienes detentaban el poder, varones y que no querían reconocerle su valía a la mujer.

Son muchas y muy variadas las historias en las que las mujeres han tenido que sortear escollos, resistencias e incluso agresiones para poder hacer realidad sus derechos políticos y hasta nuestros días persiste la resistencia a ver a la mujer como igual del hombre.

Ciertamente, hombres y mujeres son diferentes, en lo que es el físico y su forma de vestir, pero ante la ley hombres y mujeres son iguales, aunque persista la obstinación de un gran sector varonil, para no reconocer los derechos civiles y políticos de la mujer.

Ha tenido que hacerse ley la paridad para distribuir puestos políticos, hasta el punto de señalar que 50 por ciento de candidatos son hombres y el otro 50 por ciento son mujeres.

Todavía persisten los malos ejemplos de políticos de primera línea, gobernadores y presidentes municipales que no cumplen el requisito de la paridad política, es decir 50 por ciento de sus funcionarios hombres y el otro 50 por ciento mujeres.

Han sido años de intensa lucha de las mujeres por su empoderamiento y por el reconocimiento de sus derechos para participar activamente en la vida política del país, del estado o de los municipios, pero lo que es peor en sus propios hogares, en donde es el varón el que toma las decisiones importantes.

Vía plagada de cruces en el reconocimiento a los derechos civiles y políticos de la mujer.