¡Uay, mamá!


Lo bueno… Lo malo…

Muy bueno el que el Gobierno del Estado esté interesado en fortalecer el clima de paz que vive Yucatán.

Malo, malísimo, pésimo el que todavía queden por ahí servidores públicos en el área de las y los guardianes del orden, que no entiendan, todavía, que su trabajo es servir a la ciudadanía y no servirse de ella.

Y conste que esto no lo digo yo, sino que lo dice el mismo Gobernador del Estado, de acuerdo a lo que publicó Mis-Noticias: “Les quiero pedir que reforcemos nuestras acciones, porque estar en primer lugar no es suficiente, cuando hay gente que todavía siente que no se le está haciendo justicia. Tenemos que seguir mejorando; nosotros vamos a seguir mejorando las condiciones laborales de ustedes, pero a cambio, queremos ver resultados, como los estamos viendo el día de hoy”.

El contexto de estas palabras es porque la Fiscalía General del Estado, según señaló también el Gobernador, debido a que la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción de Seguridad señala que la Fiscalía General del Estado tiene, de todas las del país, los mejores índices de desempeño y confianza de la ciudadanía.

Es ahí donde toman importancia las palabras vertidas en relación con lo señalado anteriormente: hay gente que todavía siente que no se le está haciendo justicia.

Y si esa gente siente que no se le está haciendo justicia, es porque detrás de esas incorrectas acciones hay un mal servidor público que está fallando en el correcto desempeño de sus labores.

Conste que no se trata de criticar nada más por criticar, porque como bien sabemos los errores pueden cometerse, a sabiendas, que es malo, o por omisión, que creo que es peor, porque sabiendo que hay que hacer lo correcto se hace lo incorrecto, por desidia, por cansancio, por ignorancia, o porque me da la gana. ¿Qué tal?

Y para eso se están dando los pasos necesarios, como lo dice la información publicada por Mis-Noticias el pasado día 12, para la modernización de equipo, de los espacios de las oficinas que ocupan para el servicio de la ciudadanía. Y lo más importante, para que las y los servidores públicos de la Fiscalía tengan más y mejores oportunidades de conocimiento, ellos mismos y sus hijas e hijos. Crucemos los dedos para lograr esas metas.

El movimiento se demuestra andando, se dice por ahí y por eso mismo las y los servidores públicos deben de hacer su mejor esfuerzo no solo en bien de la paz y la confianza que hay en Yucatán, sino para estar en consonancia con un gobierno, que al parecer está haciendo su mejor esfuerzo en beneficio del terruño y de sus habitantes.

Muy bien, no podía ser de otra manera, el reconocimiento del trabajo bien hecho, lo haga quien lo haga y eso hizo el senador Jorge Carlos Ramírez Marín, quien en la tribuna del Senado de la República reconoció el trabajo que se realiza en la refinería de Dos Bocas, una de las obras cumbre de la Presidencia de la República. Una obra, dijo, hecha mayormente por ingenieros mexicanos que superaron una pandemia y una crisis logística. También reconoció que esa obra está inconclusa, pero se va a terminar, recalcó, y es un proceso importantísimo en la construcción de infraestructura en el país. Es un paso adelante, dijo, que nos va a beneficiar mucho en el futuro.

El Senador remarcó que tener la mezquindad de no reconocer lo bien hecho: Es un proceso, me parece, que no habla bien de nosotros. Igual me parece, cuando no podemos ver la diferencia entre justicia y venganza.

Consideró que la justicia en México, así como el reconocimiento de lo que se hace bien o se hace mal, es selectiva, que cuando estás conmigo es una para ti y cuando no estas, es otra.

El fondo de este discurso lo tomó por la crisis que está pasando la vida política en el país y los dimes y diretes de quienes buscan hacer leña del árbol caído.

Este comentarista toma las declaraciones en el contexto del reconocimiento que le hizo a una de las obras emanadas de un Presidente que no es de su partido, aunque alguna vez lo fue, y finalmente diremos que honrar honra y consecuentemente las campanas repican de alegría por un político que sabe reconocer lo bueno y lo malo, ¿o diferenciarlo?, y como se interpretó en su discurso en el Senado, las campanas doblan a muerto por todas y por todos, en el ámbito político, como en la inigualable novela de Ernest Hemingway, Por quién doblan las campanas.

Uay, no me di cuenta del tiempo. Ya me voy corriendo, porque la Gordis me pidió llevar temprano las tortillas para la comida y ya voy muy tarde, así que lo más probable es que mis dos lectores escuchen las campanas que estarán doblando por mí después de que me agarre la Gordis… ¡Uay, mamá?