Padre, ¡perdónalos porque no saben lo que hacen!


Vía y cruces de los derechos humanos

El artículo 5 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos dice que, nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes.

Este artículo podría parecer fuera de lugar en el contexto actual, pero para darle rotundo mentís a esta idea solo podríamos considerar el reciente caso del joven veracruzano presuntamente muerto, torturado y violado por policías municipales de Mérida, según se ha dicho.

Sin embargo, hay que pensar que ese artículo fue redactado cuando apenas terminaba la segunda guerra mundial, así, sin mayúsculas, porque mayúsculos fueron los crímenes cometidos en esa conflagración mundial, en la que perdieron la vida de 70 a 83 millones de personas. ¡Qué horror! Y todo por las ambiciones, las diferencias…

Durante la segunda guerra mundial, unos seis millones de judíos fueron asesinados por el régimen nazi.

Desde muchos años antes de estallar la conflagración universal, el pueblo judío ha soportado malos tratos, vejaciones, acaso por el estigma de la muerte de Jesús.

Tendríamos que preguntarnos si alguna persona merece el trato tan cruel que se le dio a este pueblo. ¿Alguien tiene idea del sufrimiento cuando padres, madres o hijas e hijos vieron sufrir a sus padres unos, a sus hijos otros, hasta la muerte?

La literatura de la que se dispone durante lo sucedido en el holocausto, en los campos de concentración, en donde la gente ya sabía que su destino era la muerte en las cámaras de gas o los experimentos crueles, en busca de medicinas o la resistencia del cuerpo humano, todo previsto para soportar las condiciones que podrían llevar a la muerte a los soldados nazis, como sucedió durante la invasión a Rusia, en la que el ambiente, frío, heladez, diezmó a las tropas alemanas.

O los experimentos genéticos llevados a cabo con mujeres y hombres.

Aberraciones que nunca debieron de existir en el campo médico.

Aberraciones que nunca debió de cometer ningún ser humano en contra de otro.

Las gráficas de esos tiempos, cuando se amontonaban los cadáveres en las fosas comunes son incuestionables.

Los sufrimientos de todo un pueblo, ante las intenciones de expulsarlos de Alemania, país al que también consideraban suyo.

No hay nada alentador en el trato que se le daba a este pueblo.

¿Todo eso no encaja a perfección en la definición de tortura, tratos crueles, inhumanos y degradantes?

Nadie se merece ser torturado como lo fue el pueblo judío o incluso otros pueblos durante las guerras de conquista sucedidas a través de los tiempos.

Y de nuevo, guerras, conquista, poder, maldad, solo para satisfacer mi ambición, mis ideas que no van de acuerdo con las de otros. Así piensan algunos poderosos.

En estas cosas de los tratos crueles, inhumanos y degradantes deberíamos de seguir el ejemplo del que también sufrió de manera brutal y aún, así, próximo a cumplir su destino, para ir a unirse con el Creador, exhaló en su último suspiro: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”.

¿Nosotros sí sabemos lo que hacemos?

Cuando menos intentemos no llenar de cruces la vía de los derechos humanos.