Matrimonios forzados


Vía y cruces de los derechos humanos

Matrimonio forzado, ¿camino a las prerrogativas fundamentales?

1. Los hombres y las mujeres, a partir de la edad núbil, tienen derecho, sin restricción alguna por motivos de raza, nacionalidad o religión, a casarse y fundar una familia, y disfrutarán de iguales derechos en cuanto al matrimonio, durante el matrimonio y en caso de disolución del matrimonio.

2. Sólo mediante libre y pleno consentimiento de los futuros esposos podrá contraerse el matrimonio.

3. La familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado.

Este es el Artículo 16 de nuestra comentada declaración Universal de los Derechos Humanos y podríamos decir que aquí no hay problema, porque sabemos que la familia es la base en la que se cimenta el Estado mexicano, y todos los demás países del mundo.

El pero podría estar en el enunciado dos, porque en México La Ley General de Niñas, Niños y Adolescentes no permite el matrimonio a los menores de 18 años pero…

En algunos Estados, Chiapas, Oaxaca, Guerrero, las mujeres son “vendidas” sin el consentimiento de éstas, para contraer matrimonio. Veamos el siguiente relato de Eulogia Flores, mujer Na’Savi de Cochopa el Grande que en un ensayo de Norma Carolina Ortega González publica en su página de internet, la Suprema Corte de Justicia de la Nación:

“Por parte de la familia empieza a hacer trato, sin preguntar a la mujer si se quiere casar con el hombre o no, para asegurar que la mujer no se escape de la casa la familia la deja encerrada, entonces la familia de la mujer empieza a pedir la cantidad de 40 0 50 mil pesos, y escoge el buey más gordo para que alcance para todas las familias reunidas, aparte las bebidas, tienen que ser 100 cartones de cervezas, 80 de refrescos, 25 litros de aguardiente y unos 20 litros de presidente, 54 litros de maíz para hacer tortillas.

La fiesta dura 4 días; empieza el día viernes en la noche, termina el día martes en la noche; el día lunes en la noche le hace jurar a la mujer que tiene que obedecer y hacer lo que el hombre les mantenga, al hombre igual pero los hombres no cumplen la parte que les toca, la que siempre tiene que cumplir es la mujer para que la mujer sea llevada a la casa de su suegro […] Una vez que terminan las fiestas después de llevarla en su casa la primera noche, él la toma por la fuerza, aunque ella no quiera el hombre desde esa noche siente
que tiene todo el derecho sobre ella, porque ella ya fue comprada por él.

Después de un mes o menos empieza el celo por parte del hombre hacia la mujer. Que la mujer ya anduvo con quién sabe con cuantos hombres, que ya no es virgen, que no es la que él quería, que después de probarla ya no le sirve, en su cara de la mujer le dice que él puede andar con una y con otra mujer la que él quiera porque ella ya no le sirve, que es una inútil, las amenazan, las golpea, las maltrata, les grita, la pisotea, la ven como un animal, la toma cuando quiera, no la deja salir a la calle, porque la puede ver su familia y
le puede reclamar o si sale de vez en cuando la tiene que acompañar él para que la vigile de que no hable con nadie, el problema entre la pareja empieza desde el casamiento y hasta que empieza a tener hijos, hijas, la mujer tiene que seguir así porque siente que su vida está en manos de él y que tiene que arriesgar por sus hijos, por ello es que no puede separarse de sus esposos.

Huelgan los comentarios pero esto no es suficiente para eliminar el dolor que esa niña, seguramente niña, sufre por este matrimonio forzado.

Hay que hacer realidad eso de que el Estado debe de velar por el bienestar de la familia. Pero ¿No importa chocar con las costumbres y tradiciones?

Hay que luchar a brazo partido para eliminar de una vez por todas, el sufrimiento de mujeres u hombres, para que la familia, cimiento de nuestra gran nación, deje de tener cruces en la vía de los derechos humanos.