Madres y padres, pilares de la sociedad y la familia


Vía y cruces de los derechos humanos

El pasado día primero de junio se conmemoró el Día Internacional de las Madres y los Padres, instituido por la Organización de las Naciones Unidas.

Fue en septiembre del 2012 cuando la Asamblea General de la ONU declaró el primero de junio para reconocer y honrar el trabajo parental en todo el mundo.

En colaboración anterior con motivo del Día del Maestro opiné respecto a la importancia de padres y madres para educar adecuadamente a sus hijos, para forjarlos como personas de bien, lo que convierte a esos padres en auténticos primeras maestras y primeros maestros de su progenie.

Obviamente hay otras tareas que son punto toral en la vida de hijas e hijos como la alimentación y por supuesto el edificio que le da cobijo a la familia: La casa.

Es el factor económico el que causa grandes preocupaciones a quienes son el sustento del hogar y para poder proveer adecuadamente para ellos mismos y para su descendencia.

En esta efeméride que reconoce el trabajo de madres y padres en beneficio de la familia, no es posible olvidar la ominosa amenaza del Covid-19 que quiérase o no es una especie de guillotina, sin ser alarmista, ni agorero, que pende sobre la familia, aumentando la carga de los padres que tienen la obligación de cuidar, proteger a la familia, sin descuidar sus demás responsabilidades, tanto laborales como para alimentar y darles a sus hijas e hijos el ambiente de amor, cuidado y protección a los que éstos tienen derecho.

La pandemia ha dejado con serias dificultades a las economías de todos los países del mundo, unos más que otros, pero siempre con el peligro latente para madres y padres de ver en riesgo su seguridad laboral y familiar.

No está a discusión el hecho de que también los empresarios tienen que hacer muchos esfuerzos y encontrar nuevas estrategias para mantener las fuentes de trabajo y consecuentemente la seguridad de las familias que dependen de esos empleos. Todos necesitamos de todos.

No olvidemos que las familias en su conformación son diferentes, aunque siempre tendrán las mismas necesidades económicas y sociales, según indica el Consejo Nacional de Población: “En el país se identifican familias y hogares integrados por madre, padre e hijas o hijos, y en muchas ocasiones, las y los abuelos; familias y hogares encabezadas por madres o padres solteros; familias conformadas por parejas sin hijas o hijos, pues han postergado su paternidad y maternidad; parejas de adultos cuyas hijas o hijos han dejado ya el hogar; personas que viven solas; parejas del mismo sexo, con o sin hijas o hijos, así como nuevas familias y hogares conformados por personas unidas que, previamente y por separado, habían conformado alguna vez los propios.

El mundo y la humanidad están viviendo una crisis sin precedente a causa de la pandemia que apenas avizora un respiro ante la presencia de una vacuna en contra de ese mal, pero la enseñanza que debe dejarnos la crisis actual es que una sociedad necesita de todos sus integrantes y ser mejores personas para salir adelante y continuar el horizonte de progreso y solidaridad que son necesarios para una sana convivencia y vigoroso crecimiento económico.

Una sociedad conformada por gente de bien nos hará caminar por la mejor vía, evitando las cruces de los derechos humanos.

Que así sea.