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Lucha justa de las mujeres, pero tampoco se pueden justificar excesos

Vía y cruces de los derechos humanos

El Día Internacional de la Mujer, que rememoramos el pasado 8 del presente mes, de nueva cuenta sirvió como válvula de escape, para que las mujeres expresaran sus opiniones, respecto a su lucha por ser reconocidas como iguales a los hombres, ni más, pero tampoco menos.

Eso desde luego es una lucha justa, pero de ninguna manera puede justificar los excesos cometidos.

Es historia conocida la violencia ejercida por algunas mujeres. En la Ciudad de México se dice que fueron 25 las personas lesionadas durante la marcha y que las mujeres policías decomisaron casi 300 instrumentos como martillos, palos, cinceles, tubos y macanas. (Premeditación, alevosía?

En Yucatán vimos a mujeres pintarrajeando monumentos.

La lucha de la mujer, por ocupar el espacio que le corresponde en el seno de la sociedad, o si usted lo quiere, ante los hombres que ejercen férreamente el patriarcado, en donde el poder lo ejerce el varón en cada familia. Nada nuevo. ¿Verdad?

Sociedades hay, aunque escasas en donde el poder lo ejerce la mujer y se denomina matriarcado, como al oeste de Sumatra, Indonesia.

Esta lucha, por mencionar algunas, se extiende desde tiempos remotos y solo diré que Hiparquía, esposa de Crates de Tebas, filósofo griego, discípulo de Diógenes de Sinope, dejó el rol tradicional que se le da a la mujer y comenzó a vestirse como hombre. Teodoro el Ateo, filósofo cirenaico, se reía de ella y en cierta ocasión le preguntó que por qué no se dedicaba a las tareas de su sexo y ella le respondió: ¿Crees que he hecho mal en consagrar al estudio el tiempo que, por mi sexo, debería haber perdido como tejedora?

Es famoso en la historia el episodio de las mujeres sabinas, que fueron raptadas para desposarlas con romanos, ante la escasez de mujeres en Roma.

Con el correr de los años, las sabinas raptadas, formaron sus hogares con los romanos, pero los sabinos, lograron fortalecerse para cobrar venganza. Cuando los ejércitos de ambos bandos se enfrentaron para lo que parecía la batalla final, las sabinas se interpusieron entre los ejércitos para pedirles que dejaran de matarse, porque si ganaban los romanos perderían a parte de sus familias, padres, hermanos y si los sabinos vencían ellas perderían a hijos, hijas y esposos. La historia dice que sucedió lo que parecía imposible, porque ambos bandos se reconciliaron. ¡Hermoso, sin duda!

En tiempos más recientes las luchas de las mujeres, por el empoderamiento de las féminas casi siempre derivan de problemas laborales, o domésticos como la marcha sobre Versalles, en Francia, el 5 de octubre de 1789. Las mujeres protestaron por la carestía de la vida y la situación tan terrible que dejó la Revolución Francesa.

En Estados Unidos se dieron diversas huelgas, como la de 1909, en donde se dio en llamarle el Día de la Mujer. El 8 de marzo de 1908, las trabajadoras de la fábrica textil Triagle de New York, protestaban por las pésimas condiciones laborales, pero el patrón cerró las puertas de la factoría, la cual se incendió y perecieron 140 mujeres.

Así podríamos llenar no uno, sino varios libros para documentar la justa lucha, de la mujer por tener el sitio digno que le corresponde como integrante de una sociedad.

El ejemplo de las mujeres sabinas es digno de celebrarse, porque fueron obligadas a casarse con quienes no querían, pero al paso del tiempo decidieron que no podían ver morir a los integrantes de su familia, aunque estén en bandos contrarios.

Insistiré siempre en que las leyes son el mejor camino, para resolver los conflictos no solo entre hombres y mujeres sino entre las sociedades de cada país y entre el conglomerado de todos los pueblos del mundo.

Es positivo que las protestas de las mujeres se conozcan, pero no es nada edificante que recurran a la violencia y a los daños de la propiedad ajena para elevar su voz.

Recuerden que es en el seno del hogar en donde hay que construir un mundo nuevo, para que dejen de ser maltratadas, en ocasiones por el propio compañero de vida y en otras por las o los hijos. Desde esa cantera será como la educación y el respeto hacia las mujeres permeará, para que hombres y mujeres encuentren no solo la paz, como lo hicieron las mujeres sabinas, sino el amor, la dignidad y el respeto que todo ser humano se merece.

Este sería el mundo ideal para que no haya cruces ni espinas en la vía de la humanidad.