¿Hombres-lobo contra hombres dignos?


Vía y cruces de los derechos humanos

1. Toda persona tiene derecho a participar en el gobierno de su país, directamente o por medio de representantes libremente escogidos.

2. Toda persona tiene el derecho de acceso, en condiciones de igualdad, a las funciones públicas de su país.

3. La voluntad del pueblo es la base de la autoridad del poder público; esta voluntad se expresará mediante elecciones auténticas que habrán de celebrarse periódicamente, por sufragio universal e igual y por voto secreto u otro procedimiento equivalente que garantice la libertad del voto.

Así reza el Artículo 21 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, con las bases de lo que debe de ser la participación en un Estado democrático.

Estos derechos que se presume pertenecen a la Primera Generación de Derechos Humanos, fueron proclamados durante la revolución francesa en 1789, cuando se cometieron excesos en contra de la ciudadanía y cuyo primer movimiento visible fue la toma de la Bastilla, la prisión que los reyes de Francia utilizaban para someter o desaparecer a sus enemigos.

Durante años, los estudiosos de los derechos humanos han documentado la evolución de las prerrogativas fundamentales, que es cuando los derechos humanos son reconocidos por las legislaciones correspondientes, locales, nacionales o internacionales y con el correr del tiempo, fue en 1966 cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, con el que se pretende poner orden en las relaciones entre los pueblos del mundo, aunque eso muy poco ha podido detener las luchas entre algunos pueblos.

En pocas palabras, se pretende dar a la humanidad el trato digno que se merecen todos los seres humanos y consecuentemente la libertad, la justicia y la paz, que como ya se ha dicho no se ha logrado del todo.

Estas guerras se caracterizan porque un pueblo pretende la hegemonía sobre otro, bien por las creencias religiosas bien por situaciones territoriales y a cada una de ellas más sangrienta que la otra.

Camerún, Etiopía, Mozambique, Israel, Palestina, Afganistán, Marruecos, Siria, entre otros, son pueblos en donde la lucha armada está presente, vulnerando los derechos de la población civil y mejor dejamos de contar, porque todos ya conocemos de las atrocidades que se viven en esos pueblos.

La humanidad entera debe de hacer el mejor de sus esfuerzos, para que esas naciones logren la paz y sus ciudadanos y ciudadanas reciban el trato respetuoso y digno que todos los seres humanos se merecen.

En este contexto no podemos evitar el conflicto que enfrenta Nicaragua por las elecciones presidenciales recientes, que fueron calificadas por la Organización de los Estados Americanos, OEA, como elecciones no libres, ni justas ni transparentes y por tanto carecen de legitimidad democrática.

Que el hombre deje de ser el lobo del hombre, como diría Plauto en su Asinaria, la comedia de los asnos: Lupus est homo homini, non homo, quom quais sit non novit: Lobo es el hombre para el hombre, y no hombre, cuando desconoce quién es el otro. Esa frase fue popularizada por Thomas Hobbs, pero esa es otra historia. Mientras tanto conozcámonos y evitemos ser hombres-lobo contra los hombres-hombres, o los seres con dignidad.

Respeto y no abuso del poder, es lo que debemos observar los seres humanos, para no llenar de cruces y espinas la que debería ser impoluta vía de nuestras prerrogativas fundamentales.