El derecho a un juicio justo o los inocentes condenados a muerte


Vía y cruces de los derechos humanos

Toda persona tiene derecho, en condiciones de plena igualdad, a ser oída públicamente y con justicia por un tribunal independiente e imparcial, para la determinación de sus derechos y obligaciones o para el examen de cualquier acusación contra ella en materia penal.

Este Artículo, el 10 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos indica con toda claridad los derechos de ciudadanos y ciudadanas a que les sean respetadas plenamente sus prerrogativas fundamentales en un juicio justo.

Piense amable lector o lectora lo brutal que es ser acusado de algo que no cometió y además ser sentenciado a la pena máxima, en el caso que comentamos, a la pena de muerte. ¿Qué tortura más degradante puede haber contra una persona inocente?

La ley puede ser perfecta, pero hombres y mujeres que la administran pueden cometer errores brutales y para muestra un botón:

En 1984, en Maryland, Estados Unidos, una mujer llamó a la policía para decirles que había identificado al sospechoso de la violación y muerte de una niña de nueve años de edad.

El acusado, un ex marine de 22 años de edad fue aprehendido merced a la denuncia telefónica de la mujer que dijo haberlo identificado por un retrato policial.

Las evidencias en su contra no fueron suficientes y éstas también fueron contradictorias, pero a pesar de eso el hombre fue declarado culpable y fue condenado a muerte.

 De nuevo preguntaré: ¿Qué habrá sufrido el condenado a la pena máxima sabiéndose inocente?

¿Ha visto la carita de un niño, cuando es acusado de algo que no hizo y las lágrimas que le escurren ante la injusta acusación?

Imagínese a quien sabe que va a morir por algo que no hizo.

El ex marine nunca dejó de gritar a los cuatro vientos su inocencia y después de casi diez años en prisión y luchas legales se convirtió en el primer condenado a muerte que salió del llamémosle “el corredor de la infamia”. ¿A qué se debió su liberación? A las pruebas de ADN que demostraron que él no perpetró el horrendo crimen del que se le acusaba. La exoneración total la obtuvo en el 2003, a casi 20 años de recorrer su calvario legal. En 2004 otra persona se declaró culpable del crimen del que se le acusaba al ex marine.

¿Usted perdone por las molestias?

Lindezas de la justicia y de las y los jueces. ¿O no?

Pero aún falta más, entre otras muchas aberraciones en torno a la pena de muerte Amnistía Internacional dice que 150 personas condenadas a muerte han sido absueltas en Estados Unidos desde 1976, pero no hay que alegrarnos mucho, porque también nos dice que la absolución a algunos de los condenados a la pena máxima llegó: ¡Cuando ya habían sido ejecutados!

Por ese motivo los gobiernos de todo el mundo deben de modificar sus sistemas de impartición de justicia, porque no solo los condenados a muerte tienen el derecho de un juicio justo, imparcial y con todo el apoyo del Estado de que se trate, para impedir no solo la condena a muerte, sino el inculpar a una persona inocente, por el delito menos malo. ¿Habrá delito menos malo, más leve?

El derecho a un juicio justo es algo que los sistemas legales les deben no solo a sus ciudadanos, sino a quienes hayan pasado años y años en una cárcel a pesar de ser inocentes.

¿Quién cargará con el oprobio no solo de haber matado a una persona inocente, sino de haber acusado injustamente a alguien de un delito, por nimio que sea, por algo que no hizo?

Lindezas que se recorren en la vía de los derechos humanos, para plagarla de cruces.