El atentado a Ciro Gómez Leyva


Lo bueno… Lo malo…

Malo, malísimo el ejercicio del poder, para descalificar, agredir, insultar a alguien, porque es muy posible que algún seguidor fanatizado, decida “motu proprio” ser el brazo ejecutor…

Esto lo digo en relación con el atentado a balazos que sufriera el comunicador Ciro Gómez Leyva el pasado día 15, cuando en horas de la noche se dirigía a su domicilio después de cumplir con su labor informativa, como periodista pues.

Una moto, dos jinetes en el caballo de acero, una tarea fácil: Descargar el arma y adiós al periodista, y sus comentarios indeseables, pero no contaban con que la que se convertiría en carroza fúnebre para el comunicador tenía cristales blindados. Esa fue la diferencia para que Ciro no engrosara las estadísticas de los periodistas asesinados en México, el país más peligroso del mundo para ejercer el periodismo, según nos califican en muchas partes del planeta.

Ríos de tinta han corrido desde entonces para calificar y descalificar a propios y extraños y todos disculpándose, yo nada tuve que ver, desde la mismísima presidencia del país hasta una persona que ha sido identificada como Mario Alberto Romero Rodríguez, a quien apodan El Tucán y lo ligan con el cártel de Los Caballeros Templarios. Éste, a través de una persona que dijo ser su abogado negó su participación en los lamentables hechos.

Quiero retomar algunas de las palabras pronunciadas por el Presidente de México, al día siguiente del atentado de marras: “Quiero enviar mi solidaridad, enviarle mi apoyo a Ciro Gómez Leyva, que ayer fue víctima de un atentado”.

“Lo principal es que nadie debe ser molestado, afectado, dañado y a nadie se le debe de agredir y mucho menos quitarle la vida, que es lo más sagrado, la vida humana”.

¿Será cierto que nadie debe ser molestado, afectado, dañado y a nadie se le debe de agredir, como dicen por ahí algunos políticos y politólogos?

Esto nos da mucho para reflexionar, y preguntarnos: ¿Se agrede a alguien cuando se le descalifica, cuando se dicen cosas de él o de ellas o ellos, sin prueba alguna?

No olvidemos que la misión del periodista es decir la verdad, cuando la encuentra, pero eso no le da derecho a descalificar, hay instancias en las cuales se dirime cualquier duda.

Pienso, creo que un verdadero líder, en vez de agredir, descalificar, esta para unir, para conciliar y que no puede ser poseedor de la verdad absoluta, si esa “verdad” no está cimentada en leyes, en los organismos serios, responsables que a través de nuestra evolución democrática hemos llegado a tener y que se denominan leyes y para eso se han creado esos organismos ¿confiables?

Si no hay justicia, ¿dónde quedará la confianza del ciudadano?

Mientras tanto Artículo 19 señala que, del 2000 a la fecha, ha documentado 157 asesinatos de periodistas en México. De ese total afirma que 145 son hombres y 12 son mujeres.

De los asesinatos de periodistas asevera que 47 se registraron durante el gobierno de Enrique Peña Nieto y 37 en lo que va de la gestión de Andrés Manuel López Obrador.

No agregaré nada más al comentario para mis dos lectores, solo el deseo ferviente de que las palabras del preciso no sean una mera pose política, cuando dijo, como ya mencioné líneas arriba: “Lo principal es que nadie debe ser molestado, afectado, dañado y a nadie se le debe de agredir y mucho menos quitarle la vida, que es lo más sagrado, la vida humana”.

Y que no se nos olvide que NUNCA hay que acusar a alguien de algo, sin tener las pruebas en la mano.

Un presidente no gobierna para una fracción del pueblo, gobierna para todos, le guste o no le guste el pensamiento de alguien, y debe der ser el primero en defender ese pensamiento de sus opositores, siempre que éstos lo manifiesten sin asomo alguno de ofensa o menoscabo de la dignidad del gobernante.

En este punto recordemos la frase atribuida a Voltaire: Podré no estar de acuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”. Y punto.