Tiempos de reflexión


Lo bueno… Lo malo…

Por Mariano Quintal Yam

Bueno es que mucha gente esté disfrutando de las vacaciones de Semana Santa, malo es que quienes se consideran católicos, es decir, seguidores de la doctrina de Jesucristo, no observen las enseñanzas del Hijo del Hombre y se entreguen a la diversión. En estos días se recuerda la injusticia cometida contra un hombre que predicó el amor fraterno como el camino hacia la luz.

Todos conocemos la historia de esa persona que murió por “la salvación de los hombres”, víctima de una parte de su propio pueblo, que presionó a la autoridad, el gobernador romano enviado a Judea, Poncio Pilato, quien no resistió el deseo del Sanedrín, asamblea de “sabios judíos”, que presionó para que Jesús no fuera indultado, prefiriendo liberar a Barrabás, un ladrón y asesino, por encima de un hombre justo

Nadie olvida la brutal muerte de Jesús en la indignante tortura del ser humano, Hijo de la Divinidad. Pilatos lo condenó pese a que intentó salvarlo de la muerte. La condena la rubricó con la frase: “Inocente soy de la sangre de este justo. Allá vosotros, yo me declaro inocente de la muerte de este justo”. La respuesta de los judíos fue: que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros descendientes.

Pilato terminaría suicidándose, 36 años después de ese episodio.

Se dice que en Etiopía consideran santos a Pilatos y a su esposa Claudia Prócula por las iglesias Ortodoxa griega, la Copta de Egipto y la Etíope monofisita, al menos eso dicen algunos historiadores y el evangelista Mateo, quien atribuye a Claudia Prócula, sufrimiento, en sueños, por la amenaza de muerte contra Jesús.

Bueno es que desde entonces se hayan hecho leyes para beneficio de la humanidad y evitar las injusticias, malo, pésimo, horroroso es que actualmente nuestras leyes, en ocasiones condenen a inocentes a seguir el camino de la muerte.

Zoroastro, mejor conocido como Zaratustra, más de 600 años antes de cristo, fue el que explicó la condición humana regida por dos dioses, el del bien y el del mal, pero el más grande sería Mazda, el mayor de todos los dioses, que se manifestaba a través del espíritu.

Fue asesinado por sus enseñanzas más de 500 años antes de Cristo y sus pensamientos se integraron a las religiones: el judaísmo, el islamismo y el cristianismo.

Buda, Siddartha Gautama, nació en 566 y murió en el 486 antes de Cristo, nació en Kapilavasta, al sur de Nepal, su leyenda indica que nació de un elefante que bajó del cielo y “visitó a su madre sin causarle dolor”.

Después de casarse, se fue, por seis años en busca de la paz interior y estuvo 40 días bajo una higuera en busca de la iluminación que para él sería el Nirvana, o la felicidad perpetua, dentro del hombre mismo.

Murió a los 80 años por una intoxicación alimentaria, luego de cenar carne de cerdo.

Mahoma, considerado profeta, nació en La Meca, en el 570 después de Cristo y falleció en el 632, de dolores de cabeza y fiebre. Su tumba está en Medina.

Casó con viuda rica 20 años mayor que él, Tuvo 10 esposas y varias concubinas. Una de sus favoritas fue Aisa, cuando solo tenía 9 años de edad, la mínima para que una musulmana se case.

Dejó 5 principios o los pilares del Islam: 1.- No hay otro Dios, solo Alá es Dios. 2.- Orar cinco veces al día. 3.- Dar limosna a los más pobres. 4.- Ayunar durante el Ramadán (mes sagrado de los musulmanes) Abstinencia estricta de comida, bebida y sexo mientras haya luz del día y durante los 29 días del mes lunar. 5.- Hacer un peregrinaje a La Meca.

Se dijo mensajero de Dios, sin poder salvar a otros y pidió que se “preparen para la vida y para la muerte, porque yo no puedo salvarlos del castigo de Dios”.

Bueno es que la humanidad esté en busca de ser mejores, como lo manda Dios a sus fieles, sobre todo en estos días en los que la sociedad mexicana está tratando de encontrar a nuevos dirigentes, iniciando con la Presidencia de la República, que si las cosas no cambian, después de un prolongado patriarcado, entraremos a la época del matriarcado. ¿Será?

Malo, horrendo, es que entre esa pléyade de aspirantes a “servidores de la nación”, lo digo por todos los partidos políticos, no encontremos a uno o una buena, dispuestos a servir al pueblo, que según parece no hay ni uno y ni una sola, y todos y todas son solo servidores de ellos mismos, para entrar en la clase política de las y los nuevos ricos, muchos de ellos ya lo son y con larga y callosa cola que ya no les duele que se la pisen.

¿Qué hacer entonces?

Tratar de encontrar al menos malo o mala. ¿Habrá alguno, alguna?

Y roguémosle a algún Dios que lo ilumine para encontrar el camino del servicio a los demás y no solo a su progenie.

¿Verdad?