“¡Reelíjase!”


             De acuerdo con las reglas constitucionales de la elección presidencial de 2018, en la que obtuvo la mayoría de votos el actual titular del Ejecutivo federal, Andrés Manuel López Obrador, se estableció, indubitablemente, que el periodo presidencial tendría fecha de término: el 30 de septiembre de 2024.

             Así, todos deben respetar y cumplir este imperativo constitucional, que conforma el sistema democrático mexicano.

             El Plan de San Luis de 5 de octubre de 1910, de Francisco I. Madero, que convocó a tomar las armas y derrocar al gobierno del Gral. Porfirio Díaz, dispuso, en lo que interesa:

             – “Además de la Constitución y las leyes vigentes, se declara ley suprema de la República, el principio de No Reelección del Presidente y Vicepresidente de la República, Gobernadores de los estados y Presidentes Municipales”.

             Con el paso del tiempo, la norma jurídica nacional permitió la reelección de los alcaldes para que ocupen nuevamente este cargo de elección popular al finalizar su ejercicio, sin la necesidad de que exista un periodo intermedio donde no se ejerza el cargo.

             En 2014, se reformó la Ley Suprema del país, para quedar así, en lo conducente:

             – “Las Constituciones de los estados deberán establecer la elección consecutiva para el mismo cargo de presidentes municipales, regidores y síndicos, por un período adicional, siempre y cuando el periodo del mandato de los ayuntamientos no sea superior a tres años”.

             No es el caso del Presidente de la República ni de los gobernadores de los estados. La prohibición absoluta se mantiene. En el caso del primero, la Constitución federal ordena:

             – “El Presidente entrará a ejercer su encargo el 1o. de octubre y durará en él seis años. El ciudadano que haya desempeñado el cargo de Presidente de la República, electo popularmente, o con el carácter de interino o sustituto, o asuma provisionalmente la titularidad del Ejecutivo Federal, en ningún caso y por ningún motivo podrá volver a desempeñar ese puesto”.

             Así que no hay que darle vueltas al asunto ni hacerse bolas, por más que lo exclame el “pueblo bueno”, en México está prohibida la reelección del cargo de Presidente de la República.

             Para muchas personas, algunas expresiones presidenciales revelan, inconscientemente o no, un posible deseo de reelegirse por un periodo más allá del que determina el mandato constitucional.

             Sustentan esto, por ejemplo, en el caso de la reciente reforma al Poder Judicial de la Federación, que permite una “prorroga” en el periodo del Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Que ello implicaría, en su momento, una “prórroga” en el periodo presidencial de López Obrador, y que el asunto de la Corte es un ensayo para practicar en 2024.

             Otro es el dicho presidencial al visitar su estado natal, Tabasco:

             – “Hablando con la gente, obreros de Tabasco, Chiapas, de Veracruz, de Hidalgo, del Estado de México. (..) ¿Sabes qué me repetían? Porque llegó el turno, atrapados en el tráfico, en Paraíso, ¿qué me decían? Voy a comentarlo: ‘gracias por el trabajo’. Y voy a decir otra cosa que le va a molestar mucho a los conservadores, a mis adversarios: ‘reelíjase, dijo y se río de ello” (El Financiero, 13 mayo 2021).

             Que López Obrador respondió, según la misma nota periodística:

             – “Que no, “no ven que ya estoy chocheando y que, además, soy partidario de la no reelección”.

             En otro diario nacional, medio en serio y medio en broma, exclamó:

             – “Me quedan seis años, porque formalmente me quedan tres, pero como trabajo al doble, son seis” (El Universal, 12 mayo 2021).

             Antes, en 2019 ante notario público, el presidente López Obrador, firmó una carta compromiso de no reelección.

             Con el comentario presidencial por la exclamación de “reelíjase”, una hubo respuesta, tajante e irónica, de la presidenta de la Cámara de Diputados federal, Dulce María Sauri Riancho:

             – “Me recordó a Porfirio Díaz. Me recordó cada vez que se aproximaba el final del cuatrienio de Porfirio Díaz. Yo no lo veo, aún cuando ambos tengan la cabeza blanca, las canas muy bonitas, blancas, que tenga aspiración a ser el Porfirio Díaz del siglo XXI. No lo veo, no lo espero, no lo quiero. Yo creo que la diferencia en este momento, entre el presidente Porfirio Díaz y el presidente López obrador, es el bigote”.

             A López Obrador le costó mucho trabajo político para poder culminar su aspiración de ser Presidente de la República. En la elección presidencial de 2018 se sometió a las reglas constitucionales vigentes: su periodo sería del 1 de diciembre de 2018 al 30 de septiembre de 2024. Un total de 5 años y diez meses.

             En 1910, Madero convocó a las armas, y entre sus motivos, destacó los siguientes:

             – “Todo el engranaje administrativo, judicial y legislativo, obedece a una sola voluntad, al capricho del General Porfirio Díaz, quien en su larga administración ha mostrado que el principal móvil que lo guía, es mantenerse en el poder a toda costa”.

             – “Hace muchos años se siente en toda la República, profundo malestar debido a tal régimen de gobierno; pero el General Díaz con astucia y perseverancia, había logrado aniquilar todos los elementos independientes, de manera que no era posible organizar ninguna clase de movimiento para quitarle el poder que tan mal uso hacía”.

             La historia debe estudiarse para que no se repita. No creo que el presidente López Obrador se atreva a impulsar, con una posible reelección presidencial en 2024, aunque se denominara “prórroga” del mandato, a una sublevación popular para que se preserve el imperativo constitucional de la no reelección del Presidente de la República.

             Reitero: su periodo concluye el 30 de septiembre de 2024. Ni un día más ni un día menos.

             Así lo ordena la Ley Suprema de los mexicanos, y ésta todos, sin excepciones, la debemos acatar, obedecer y respetar.