No solo buenas intenciones: ¡Hay que cumplir las leyes!


Vía y cruces de los derechos humanos

1. Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez y otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad.

2. La maternidad y la infancia tienen derecho a cuidados y asistencia especiales. Todos los niños, nacidos de matrimonio o fuera de matrimonio, tienen derecho a igual protección social.

Cuántas cosas tiene que hacer un Estado, de acuerdo a lo que leemos en el Artículo 25 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, para proteger a la sociedad que es la que en última instancia sostiene a ese Estado, con su fuerza de trabajo y su integración y por tanto ese Estado está obligado a cuidar y proteger a esa sociedad, si no es porque así lo mandatan las leyes nacionales e internacionales, por un mínimo instinto de supervivencia.

Los derechos humanos son universales, perfectibles, desde luego, por eso han evolucionado tanto hasta agruparlos en diferentes grupos.

El Artículo 25 al que nos referimos en esta ocasión está claramente inscrito entre el grupo del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.

Recordemos que la Asamblea General de las Naciones Unidas suscribió en 1948 la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en 1966 los pactos: Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales en 1966.

Los Estados que forman parte de la ONU pueden suscribir o no esos pactos, que se vuelven ley en el país que los suscribe y confirma.

La gran pregunta que debemos de hacernos siempre es si usted estimado lector o estimada lectora considera que se cumple con todo lo que este Artículo 25 tiene o manda hacer a los Estados en beneficio de sus gobernados y gobernadas.

¿Cuánta gente en México tiene garantizado un salario mínimo que a la vez pueda darle casa, comida, distracción, médico y medicinas?

Incluso con los recientes aumentos al salario mínimo no se cumple con lo que la Declaración ordena.

Excepto quienes lograron obtener una pensión a través de cualquier institución social o privada, ¿Es la mayoría de la población la que tiene derecho a seguro por desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez y otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad?

¿Y en el segundo caso, quienes no tienen asistencia médica proveniente del Estado, reciben la asistencia y cuidados y asistencia especiales por parte del Estado?

¿Todos los niños, nacidos de matrimonio o fuera de matrimonio, tienen derecho a igual protección social? Y los niños y niñas de la calle que sin duda usted conoce, ¿Reciben esa protección?

Ni duda cabe, no solo el Estado mexicano, sino la sociedad en pleno, al unísono tenemos que levantar la voz para que no sea letra muerta, ni un tratado de buenas intenciones, lo que nos ordena la ley, cuyas alas, si es que las tiene, sirvan para cobijarnos y no para alejarse de nosotros en alegre, festivo vuelo, cuando aumentan las cruces y las espinas en la vía de los derechos humanos.