La Bandera de Yucatán


Lo bueno… Lo malo…

Bueno es que el senador por Yucatán, don Jorge Carlos Ramírez Marín, haya logrado rescatar el uso oficial de la Bandera de Yucatán, el pasado día 13, cuando la Cámara de Diputados aprobó la iniciativa enviada por nuestro Senador, para reformar el Artículo 116 de la Constitución del país.

Mis-Noticias informó en torno a ese asunto: Es una decisión muy relevante para los yucatecos, toda vez que la propuesta fue presentada con el objeto de legalizar el uso de la bandera yucateca. Poco se sabe en otras latitudes de lo que este lábaro representa para los yucatecos, pero en marzo de 1841 fue izada por única vez para erigirse como símbolo de la lucha yucateca en contra del centralismo de Anastasio Bustamante.

También nos indica la información que más allá de la intención de legalizar el uso de la Bandera de Yucatán, es impulsar la identidad para que ésta se convierta en un motor del desarrollo.

Por cierto, es una hermosa bandera, con dos campos. Verde del lado izquierdo, con cinco estrellas doradas que simbolizan los departamentos de Mérida, Izamal, Valladolid, Tekax y Campeche, con la división de 1840. El lienzo de la derecha tiene tres divisiones, rojo arriba y abajo y blanco en medio. Esto de ninguna manera va en contra del uso de nuestros símbolos patrios, ya que al modificarse el Artículo 116 se incorporó: Las legislaturas de las entidades federativas observando en todo momento la supremacía de los símbolos patrios, podrán legislar en materia de símbolos estatales como son Himno, Escudo y Bandera a fin de fomentar el patrimonio cultural, la historia y la identidad local.

Hay mucha historia que da al traste con la idea del separatismo del Yucatán de entonces, cuando lo que se hizo con esa bandera fue protestar contra el centralismo que ahogaba a Yucatán. En aras de la defensa de esos ideales, también existe el Himno Yucateco, compuesto por Manuel Palomeque Solís y musicalizado por José Jacinto Cuevas. Ese himno es un loor eterno a las proezas de México y sus hijos e hijas ante la arrogancia de Luis Napoleón, Francia, que invadió México.

Malo que, en este asunto, como en otro en el que intervino Jorge Carlos Ramírez Marín, no se entiendan, las razones de su proceder, por ahora, los alcances de un cambio de opinión, ya que el Senador se había pronunciado por evitar la permanencia de la Guardia Nacional en las calles, bajo el mando del Ejército Nacional, asunto que finalmente fue aprobado con el aval de Ramírez Marín.

Algo se negoció, nos dice don Rafael Mis Cobá en artículo en esta misma página y asegura que muy pronto se sabrá.

Como en el caso de la hermosa Bandera Yucateca se legalizó el uso de la misma, pero la intención, oculta o no, es impulsar la identidad para que ésta se convierta en un motor del desarrollo. Del amor al terruño, diría yo, sin menoscabo de nuestra mexicanidad.

En este caso el fin es más complejo e importante que la simple legalización de tener un símbolo oficial, como ya se dijo.

Hagamos votos para que la realidad que nos anuncia don Rafael, en el asunto ese de la Guardia Nacional, sea conocida pronto y se convierta en pleno beneficio para el país.

De nuestro senador Ramírez Marín diré que tiene un gran capital político, electo por el voto popular para el cargo que ahora ostenta e indiscutiblemente, está en primera fila para las elecciones de gobernador, y hasta el momento, como dicen por ahí, sin cola que le pisen, su bagaje, que inclinaría la balanza del electorado, es su palabra y nada más que su palabra. Lo demás, parangonando a don Rafael Mis Cobá, lo sabremos en su tiempo.

Uay y a propósito de palabra y tiempo le dije a la Gordis que no llegaría tarde con las tortillas; mejor me voy corriendo, que llego tarde, que llego tarde…