El ave canta aunque la rama cruja


Vía y cruces de los derechos humanos

Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona.

Así de cortito es el Artículo Tercero de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Y alguien podría decir que todos tenemos derecho a la vida y todo los demás que menciona ese artículo.

No debemos de olvidar que esa Declaración fue hecha en 1948, cuando recién concluía la Segunda Guerra Mundial, que es considerada un parteaguas en la historia de la humanidad. Bástenos con recordar que fueron 55 millones de personas las que perdieron la vida en esa lucha entre hermanos, que es como deberíamos comportarnos todos, como hermanos amigos y no como hermanos enemigos. Qué coronavirus ni qué caramba…

Cincuenta y cinco millones de personas muertas, además del horror de que no toda una raza, sino sus dirigentes, se consideraron superiores a las demás personas y ocasionaron la pandemia del odio, que ojalá nunca vuelva a repetirse.

Son famosas las reflexiones, como la de Desmond Tutu obispo anglicano sudafricano, quien en la lucha contra la pena de muerte que todavía se aplica en algunos países, señaló: Tomar una vida cuando se ha perdido una vida es venganza, no justicia.

Esto debe de motivarnos para reflexionar y recordar que los seres humanos tienen actitudes que atentan contra la humanidad misma, como la meta de acabar con todo un pueblo, como lo intentaron los nazis en sus campos de concentración, en donde primero se les privaba de la libertad y finalmente de la vida misma.

Aquí nos preguntamos en cuanto a la seguridad de la persona: ¿Qué seguridad pudieron tener quienes se vieron privados de su libertad en los campos de concentración para luego ver morir por igual a hombres, mujeres, niñas y niños?

Actualmente no podemos centrarnos solo en el recuerdo de los horrores de la Segunda Guerra Mundial en contra de la vida. Se siguen haciendo investigaciones para construir armas, a cuál más letal o cuál más brutal.

La pregunta obligada es: ¿Se respetan el derecho a la vida, a la libertad o a la seguridad de las personas cuando la humanidad, una parte al menos, propicia la degradación ambiental, la contaminación que destruye la vida, tanto silvestre como animal y ha llevado a la desaparición de muchas especies en ambas “categorías”?

Si tenemos derecho a la vida, y sabemos que una mala salud nos conducirá irremediablemente a la muerte, ¿Por qué en muchos casos hay desabasto de medicinas, insuficiencia de personal médico para atender a los enfermos, cuando es el Estado el que debe garantizarle esos derechos a sus gobernados?

La Facultad de Derecho de Northwestern ha señalado desde su Centro de Condenas Injustas que en Estados Unidos se han realizado cuando menos 39 ejecuciones “a pesar de existir pruebas convincentes de inocencia, o serias dudas sobre la culpabilidad de condenado”, de acuerdo a europapress.

Los seres humanos debemos de evitar satisfacer algunos gustos que implican tortura o atentado contra la vida de otros seres vivos. Sin ánimo de comparar a especies vivas con los seres humanos, que también pertenecen al género animal, diré que: ¿No debe considerarse tortura encerrar a un ave en un espacio de 20 por 20 centímetros o menos para simplemente disfrutar de su canto, cuando esa ave está hecha para surcar libre por el espacio?

Respetemos ese Artículo Tercero de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, pero no olvidemos que la humanidad, con los desaciertos cometidos contra la vida, la seguridad y la libertad, que día llegará en el que no podamos hacer realidad lo que Salvador Díaz Mirón pensaba de la libertad: El ave canta aunque la rama cruja: Como que sabe lo que son sus alas.

Que la vía de los derechos de la humanidad no se llene de las cruces que nos impidan desplegar nuestras alas…