El comentario
El viernes pasado se celebró el “Día del Médico”, de esos hombres y mujeres que se hacen cargo de nosotros desde que nacemos, hasta que “fallecemos”. Quién no ha estado alguna vez frente a un doctor? La verdad, casi todos en este mundo que gira y gira sin parar, haciendo el día y trayendo la noche.
Generales, Especialistas, todos ponen su profesión a la mejoría de nuestra salud y no pocas veces, somos desagradecidos con ellos y hasta nos atrevemos a culparlos irracionalmente por el agravamiento y/o pérdida de alguien cercano a nosotros. Es cierto que como toda profesión y en la vida misma, habemos malos y buenos, pero los médicos siempre dan lo mejor de sí en la gran mayoría de los casos.
El primer médico que conocí en mi vida fue mi pediatra, de apellido Cicero que tuvo su consultorio muy cerca del parque de “Santana” en esta capital de Yucatán. Pero al paso de los años, que ya son muchos, he tenido el privilegio de tener amistad con muchos hombres y féminas de bata blanca. La lista es tan extensa, que pido de antemano disculpas por mencionar solamente algunos: Edgardo Bolio, Guadalupe Mena, Edmundo Baeza, Ariel Castillo, Álvaro Quijano, Raúl Hevia (C.D.), Jorge Pasos, Matías Aguiar, García Rejón, Canul, Bass y otros más. Todos ellos merecen mi reconocimiento y agradecimiento eterno.
Mi abuela paterna solía decir: “Sería una bendición tener en la familia un médico y un sacerdote”. Mi mamá grande, Amparo Ramírez Puga, mujer católica en extremo, se fue de este mundo sin ver su deseo cumplido, pero hoy la familia no cuenta con uno, sino con 2 médicos: mi hija mayor y mi yerno. Feliz a medias estará mi Chichí en el sitio que hoy se encuentre. En cuanto al Sacerdote, yo en un tiempo de mi adolescencia pretendí darle gusto, pero los faldones del Seminario no me agradaron. Sin embargo, existen muchas formas para Servir a Dios! No le Parece? Jorge Alberto Rojas Gamboa. Mérida, Yucatán, 24 de octubre-2020. Gracias por reenviar a sus contactos esta columna. Móvil: 9999041216. Nota al calce: La próxima vez que vaya a visitar a su médico, exprésele lo mucho que lo aprecia y la confianza que le tiene. Pero nunca olvide, que no es Dios. Verá que se sentirá mejor de sus padecimientos. Hasta la próxima!