“Avión Presidencial”


El comentario

Alguna vez escuché la frase: “Para ser grande, hay que pensar en grande”. Viene al recuerdo la expresión porque estando el columnista disfrutando su comida en un restaurante con vista panorámica al aeropuerto, acompañado de un experimentado Capitán Piloto Aviador, observó a lo lejos al todavía Avión Presidencial que lleva el nombre de un importante héroe de nuestra independencia. Nuestro “pájaro de acero”, todavía un moderno y eficiente Boeing 787-8 Dreamliner que aun seguimos pagando, como se recuerda, fue adquirido a finales del sexenio del nativo de Michoacán, Felipe Calderón Hinojosa, para luego estar al servicio del nativo del Estado de México, Enrique Peña Nieto.

Cuando se decidió cambiar al Fuerza Aérea TP-01, no se hizo por un meramente capricho, sino por razones de seguridad e imagen para el Primer Mandatario Mexicano; inclusive, para el actual. Nuestra Nación aunque hoy se encuentra en una grave situación no solamente por la pandemia, su presencia mundial hasta la anterior administración federal, fue de determinación para continuar avanzando en el contexto global y para eso, se tiene necesariamente, que invertir en imagen; sobre todo, si nuestro vecino del norte es el País que todavía marca la pauta en poderío económico entre otros renglones.

Si bien es cierto que la administración del hijo “distinguido”  de Atlacomulco incurrió en grandes excesos en cuanto al TP-01, igualmente lo es que la decisión de hacer con esa aeronave un evento mediático distractor  que arrojó y continúa arrojando daño patrimonial a la Nación. Pareciera (es muy probable) que en el “gabinete presidencial”, no existe un funcionario sensato con mínimos conocimientos ya sea en Seguridad Presidencial, que pueda convencer al presidente, para aprovechar apropiadamente y con decoro el bireactor. Pero si en realidad la intención del hoy mandatario mexicano es (lo dudo) obtener un aprovechamiento económico, tampoco pareciera haber sujeto alguno en su amplio equipo de colaboradores, quien lo asesore apropiadamente.

Hoy, el 787-8 Dreamliner se mueve muy de vez en cuando, reflejando la posibilidad de un futuro semejante al de la Nación Mexicana, de no corregirse el rumbo de la constante equivocación. Seguro estoy que la gran mayoría de los mexicanos, queremos una Patria productiva y con mayores ingresos económicos para las familias y tener una digna vida. Los menos acostumbrados a la dádiva perversa que no es nueva pero que se ha incrementado, aplauden y defienden el rumbo equívoco! No le parece? Jorge Alberto Rojas Gamboa. Ciudad de México, octubre-09-2020Gracias por reenviar a sus contactos  esta columna. Móvil: 9999041216