Nobleza y amor, esperanzas para la paz


Vía y cruces de los derechos humanos

El reciente conflicto armado entre Rusia y Ucrania, en el que el presidente ruso Vladimir Putin está atacando por igual cuarteles militares que edificios civiles, nos lleva a recordar que hay algo que los pueblos del mundo se han dado para dirimir sus diferencias en el caso de guerra entre dos o más pueblos y se ha dado en llamar Derecho Internacional Humanitario.

La esencia de ese Derecho es evitar, limitar, en lo posible, el sufrimiento de quienes ninguna culpa se tienen en esas diferencias bárbaras, sanguinarias, entre pueblos hermanos.

Ese Derecho intenta proteger a quienes no participan en las hostilidades, entre las fuerzas armadas, los ejércitos. Y también pretende regular el uso de las armas, para que no sean de crueldad innecesaria ¿?

Cualquier agresión, diría yo, en contra de una persona, verbal, o física, creo que es una crueldad innecesaria. Podemos tener diferencias, lo cual es entendible, pero nunca se justifica una agresión, mucho menos el usar métodos por demás crueles para dirimir esas diferencias.

La segunda guerra mundial –nos amenaza una tercera- reflejó atrocidades en contra de una raza, hasta casi llegar a la desaparición del pueblo judío, con crueldades y experimentos que le dieron a esa nación un trato inhumano.

Ninguna guerra deja de ser brutal, pero en ese campo comenzaron a darse cuenta de que había seres humanos que eran necesarios para atender a los heridos, llevar consuelo, alivio al dolor y así es como se decide no tocar al personal médico o de enfermería, que fueron considerados neutrales en los conflictos, sin importar su nacionalidad. Luego vendrían más barruntos de humanismo.

En 1864, en Ginebra, Suiza, se firma el primer Convenio o Convención de Ginebra. Son cuatro actualmente, que regulan el derecho internacional humanitario. Los tres primeros son relativos al cuidado de heridos o enfermos militares y prisioneros. El Cuarto Convenio contempla la protección de personas civiles en tiempos de guerra.

Así se habla de zonas neutrales para la atención de heridos y enfermos, combatientes o no, además de las y los civiles que no participan en el conflicto armado.

La agresión a hospitales está prohibida, pero tampoco se permite que desde un hospital se cometan actos que perjudiquen al enemigo.

La lista es larga, nuestro espacio no nos permite adentrarnos más, pero no debemos de olvidarnos de que una parte de la población es más vulnerable ante los casos de ataque armado y esto es principalmente por las mujeres, especialmente las que están embarazadas, las personas con discapacidad.

Entre los grupos en situación de vulnerabilidad no podemos dejar de mencionar a niñas y niños, a personas adultas mayores y a quienes tengan algún padecimiento que requiera de atención especializada.

El comentario obligado es que hasta en los casos de guerra está reglamentado el trato humano que se le debe a una población civil.

Tristemente, las noticias que nos llegan de esa lucha armada nos indican que Rusia, o mejor dicho su Presidente y sus fuerzas armadas no están respetando el Derecho Internacional Humanitario cuando atacan, bombardean ciudades y han hecho que parte de la población se refugie en los túneles del transporte subterráneo, metro. Y otra parte busque asilo en países vecinos.

Trabajemos todas y todos, para que un día impere en el mundo el respeto a las prerrogativas fundamentales de la humanidad, protegidas por las leyes locales e internacionales y que haya menos lobos con piel de oveja dirigiendo a los pueblos del mundo.

Día llegará entonces en el que el mundo no necesite regular guerras, porque no las habrá.

No necesitaremos leyes, porque los conflictos entre hermanos se resolverán con la nobleza del corazón y las leyes del amor, bien entendido y sin la bajeza de las pasiones. Ese día transitaremos una vía libre de cruces y espinas en el camino de los derechos humanos, para encontrarnos con la paloma de la paz y el hermoso verde de la esperanza de una rama de laurel.