Lo bueno… Lo malo…
Por Mariano Quintal Yam
Malo que escriba sobre un tema que en lo particular es de interés mío…
Bueno será que cuando menos uno de mis dos lectores se solidarice conmigo cuando pretendo disertar sobre ese sentimiento tan hermoso que es el amor, palabra que el lexicón define como: sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear.

Hermoso, ¿verdad? Pero hay más definiciones de esta hermosa palabra, como el sentimiento de afecto, inclinación y entrega a alguien o algo y en este punto los sinónimos que nos da son el afecto, aprecio, estima, apego, afición, predilección, estimación…
También está la tendencia a la unión sexual, que nada de malo tiene cuando el sentimiento va acompañado de muchos valores, como la honestidad, entre ellos, y trasladar lo mejor del ser humano al cuidado y protección de la familia, con todos los valores necesarios…
Cada ser humano ama según sus principios y valores, o carencia de éstos, cuando se tergiversa el sentimiento del amor.
Hoy pretendo escribir acerca del amor que he sentido desde hace ya luengos años, suspiro entrecortado en la inmensidad del infinito:
La conocí y magnifiqué apenas tuve conciencia, pero intuía que ese era el gran amor de mi vida, al que todos los seres humanos tenemos derecho…
Su entrega hacia mí fue absoluta, cuando el destino cruel ese mal o buen fario quiso que estuviésemos solos en el efímero tránsito por la vida que nos hizo complementarnos paso a paso. Si ella enfermaba yo la atendía, pese a no saber cómo hacerlo, pero bajo su dirección, todo se aclaraba y cual celeste médico le atendía sus dolencias que al final cesaban. A su vez ella hacía lo mismo conmigo. El mejor remedio para mis males era un ósculo en la afiebrada frente
Su escasa instrucción académica no era óbice para conducirme con tino por los vericuetos del saber.
Y si de valores se trata, ella más que nadie sabía lo que eran y cómo respetarlos. Su ejemplo fue mi enseñanza…
Nunca me compartió con nadie. Con valor sublime trabajo le dio al trabajo intentar vencerla, porque su meta era salir adelante y con ella, yo…
Cuando traicioné su entrega, su amor, porque tenía que seguir mi propio camino, de nuevo su voz de aliento y el ósculo en mi frente allanaron mi indecisión.
Y seguimos caminando juntos con dos niños y dos niñas, sus nietos, ya tiene bisnietos, que hicieron más alegre su vida, creo, y poblaron de nieve su hermosa cabellera, para apoyarnos a la madre de éstos y a mí…
Pero todo en la tierra ha de acabar y ese amor por el que tanto combatimos en la vida, durante casi 80 años, llegó a su fin el pasado 26 de mayo, a sus 95 años, casi 80, insisto, dedicados a mí y a los míos, que al final fueron siempre suyos…
No puedo decirte descansa en paz, porque sé que seguirás vigilante de nosotros, para cuidarnos, amarnos, protegernos, además de que tu recuerdo en mí y quienes te amamos, permanecerá para siempre en nuestros corazones, hasta el último instante de nuestras vidas.
Con cada latir de esos corazones repetiremos tu amado nombre
Que el Señor te tenga para siempre en su gloria amantísima y amadísima madre mía: VICENTA YAM PAT…