No podemos cambiar al mundo, pero sí podemos cambiar a nuestro mundo


Vía y cruces de los derechos humanos

Toda persona tiene derecho a que se establezca un orden social e internacional en el que los derechos y libertades proclamados en esta Declaración se hagan plenamente efectivos.

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En este Artículo 28 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos es cuando todo lo hermoso contenido en ese documento que se supone distingue a la humanidad, como un ente de solidaridad y de atención, se vuelve una cortina de humo.

Hablemos un poco más claramente y para eso tenemos que respondernos unas preguntas: ¿Se cumple con esas leyes? ¿Las y los ciudadanos, las conocen? ¿Hay voluntad de las autoridades para cumplir con lo que se les manda a través de las leyes?

No nos perdamos en el remolino de las incertidumbres, grandes pensadores y luchadores por los derechos humanos, como Nelson Mandela dicen: Denegar a las personas sus derechos humanos es cuestionar su propia humanidad.

En pocas palabras podríamos decir que quienes no respetan esas prerrogativas fundamentales son poco menos que infrahumanos. Si el calificativo es duro, pensemos que no es menos duro el pensar que si el objetivo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos es lograr un mundo de paz, NADIE tiene derecho de alterarlo o evitar que se consiga ese objetivo.

Y no se piense que son solo ideas de quien esto escribe, y para muestra un botón. Veamos lo que nos dice Michelle Bachelet, la alta Comisionada para los Derechos Humanos: “El mayor peligro que vemos estos días son los intentos de socavar e incluso desechar el marco multilateral que fue designado para proteger los derechos humanos y evitar conflictos. Un número creciente de líderes pretenden no creer en los derechos humanos y buscan reprimir a la sociedad civil, a menudo usando la seguridad nacional como pretexto”.

Otro aspecto que puede salir de su pensamiento estimado lector o lectora es que, a nivel mundial, tenemos los mismos problemas de una familia disfuncional, o una familia con muchos problemas de violencia familiar. Veamos lo que opina la directora ejecutiva del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde: “¿Cooperamos como una familia global o nos peleamos entre nosotros desde las trincheras de la estrechez mental?”. La respuesta que ella sugirió es “un compromiso renovado con el multilateralismo y con la cooperación internacional, poner el interés global por encima del propio interés”.

Desde luego el mensaje es que todas y todos debemos de pensar positivo, ser personas propositivas, de buena fe, no de aquellas que siembran vientos para cosechar tempestades.

El mundo tiene feas perspectivas, cuando existen líderes de algunos países que en aras de un falso nacionalismo cierran la puerta para otras naciones y es cuando asoman las horribles perspectivas de la confrontación, de la pelea por 30 monedas, y como Judas, venden a su prójimo con un beso en la mejilla.

Y para muestra veamos lo que nos dice la relatora especial de Naciones Unidas sobre Myanmar, Yanghee Lee, que ha sido amenazada, informó a la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2018 que las personas que hablaron con ella durante su visita a Myanmar enfrentaron serias represalias. Ésta es una experiencia compartida por otros relatores de derechos humanos, lo que representa una flagrante violación de la obligación que los Estados tienen de cooperar con los mecanismos establecidos por los propios Estados, bajo la forma del Consejo de Derechos Humanos.

La incapacidad de los países de cooperar entre ellos podría destrozar nuestro planeta, ha alertado el Secretario General de las Naciones Unidas António Guterres. Lo que falta para poder abordar el cambio climático, dijo en 2018, “es liderazgo, y el sentido de la urgencia y un compromiso verdadero con una respuesta multilateral decisiva”.

Digamos que la solución somos todos y todas, no nos angustiemos por cambiar al mundo, porque nuestro esfuerzo será en vano, Recordemos que hay un mundo que sí podemos cambiar y ese es nuestro mundo.

Hagamos que nuestro hogar, nuestro entorno social sean mejores, para que haya convivencia y hermandad, cimentada en los derechos humanos y así habremos cumplido con la tarea de limpiar de cruces y clavos la gran vía de los derechos humanos.