Vía y cruces de los derechos humanos


Lucha pacífica, sin claudicar, por las prerrogativas fundamentales

Diez de enero de 1876, un país todavía convulsionado por las secuelas de la guerra de independencia y las consecuentes luchas por el poder, casi todas cruentas, es decir con costo de vidas.

Presidente: Sebastián Lerdo de Tejada, quien había levantado muchas voces en el país, pero en su contra, entre otras cosas por conceder el proyecto del ferrocarril de Veracruz a los ingleses, lo que se interpretaba como la entrega de México a esa nación, además de reconocer la deuda contraída con Inglaterra. En esos tiempos México debía más de 73 millones de pesos.

En 1822, se autoriza al gobierno de Iturbide solicitar un préstamo hasta por 30 millones de pesos. Historia de afloja y estira entre el gobierno y el Soberano Congreso. En 1861 Benito Juárez suspende los pagos a los acreedores. Francia España e Inglaterra unen fuerzas para cobrar su dinero. Francia establece el imperio de Maximiliano de Habsburgo-Lorena, cuya aventura terminó con la pérdida de su existencia en 1867 en el Cerro de las Campanas.

Porfirio Díaz lanza el Plan de Tuxtepec contra la reelección de Lerdo de Tejada y de todos es conocido el resultado, al derrocar a Lerdo y eternizarse en el poder, hasta que la revolución encabezada por Francisco I. Madero lo saca también del poder y de México.

La historia de la deuda de México no ha dejado de crecer, hasta el punto de que hoy en día se calcula en más de 12 billones de pesos, es decir doce millones de millones de pesos.

No olvidemos que el dinero mueve al poder y el poder al dinero, pero tampoco debemos de olvidar la cantidad de vidas que se han perdido en la guerra de independencia y los cruentos cambios de gobierno que han desangrado a México, que así ha perdido a mujeres y hombres valiosos.

La paradoja de esta lucha que nos muestra el camino cruel de los derechos humanos es la salida de un gobierno, Lerdo de Tejada, iniciada por Porfirio Díaz un 10 de enero, para perpetuarse a su vez en el mando. Y la cantidad de vidas perdidas, no sólo en las luchas armadas, sino durante el imperio de la “mano de hierro” implantada por el régimen de Díaz, que si bien hizo mucha obra, para abrir el camino de un México moderno, tenemos que decir que lo logró usando la senda de la reelección, que él mismo intentó cerrar al costo de muchas vidas y la credulidad de sus seguidores.

Estos tristes ejemplos de lo sucedido en la vida pública del país deben de servirnos para no olvidar que el camino de una vida democrática está plagado de conflictos, que los seres humanos debemos de evitar o aprender a resolver, sin que se avasalle ninguna de las prerrogativas que tenemos como seres humanos, pensantes, respetuosos de las leyes que nos hemos dado, para resolver civilizadamente las diferencias que podamos encontrar en el camino de nuestra vida.

No hagamos cruento el sendero, transitemos inteligentemente la vía y hagamos a un lado las cruces que nos encontremos en la defensa y el respeto de los derechos humanos.