Pantalones acampanados y vaselina para el copete


El comentario


Hoy volveré a escribir periodismo anecdótico, esperando que sea del agrado de ustedes.


Como a mediados de la década de los fabulosos 70, el columnista era un jovencito de esos que utilizaron la brillantina para fijar el lacio cabello al estilo Travolta en la película Vaselina y además, vestir los pantalones marca Topeka acampanados; eran los tiempos de en esos ayeres, sana rebeldía en la gran mayoría de la chavisa; si al caso, uno que otro fumador villamelón e igualmente muy escasos adictos a la yerba u otras sustancias prohibidas; éramos más los cheleros en fin de semana cuando los bailes populares en las colonias y escasos fraccionamientos se celebraban en algún predio, pagando un cover al alcance de nuestros presupuestos; casi siempre, las trompadas en la calle hacían acto de presencia ya sea a causa de una linda chica y/o por el simple hecho de que me caíste mal; eso sí, se salía del ocasional local de baile, por respeto a los propietarios.
Fue en ese tiempo que conocí a mi primera novia formal y que cuando acudía por ella a la escuela secundaria donde cursaba el último año, siempre le llevaba un detallito.
Metido en la política como siempre, tenía por casi costumbre acudir a las cadenas radiofónicas para que me obsequien material promocional de nuevos y/o ya afamados artistas musicales, para luego entregar a mis seguidores, sobre todo féminas.
Cierta ocasión escuchando en mi pequeño radio portátil la estación MQ y QM (las Panteras), se puso al aire una hermosa canción que traté de conseguir casi de inmediato en las 2 tiendas de discos que existían en Mérida, pero ni siquiera sabían de ella.
Una mañana acudí por material promocional a las Panteras del sistema Radio Mérida propiedad de la familia Domínguez y mi joven amigo locutor con quien ya se había iniciado una mutua amistad, me obsequió entre otro material discográfico, pósters y fotos tamaño postal ciudad de artistas, el disco que tanto buscaba para obsequiar a mi noviecita.
La canción: Ever for Ever and Ever interpretada por el gran Demis Roussus; el gigante con voz de niño.
Por supuesto que ese mismo día se lo entregué a ella, misma que hasta donde he sabido, todavía lo conserva como un recuerdo de su juventud y muy posiblemente de mí.
Pero quien hizo posible ese momento de darle algo tan simple pero a la vez tan significativo, fue el hoy decano del micrófono y con quien me sigue uniendo una sólida amistad: Don Mario Chacón Medina, hombre entregado a su noble profesión y el autor de varios exitosos programas de radio y televisión.
Puedo estar equivocado, pero el de mayor éxito lo es: Copetes y balerinas, pero también crinolinas.
Don Mario Chacón Medina, un ejemplo a seguir y hasta hoy a sus casi 80 años, sigue disfrutando la vida al ritmo del Rock and Roll.
Gracias por siempre y para siempre Mario Amigo!
Jorge Alberto Rojas Gamboa.
Mérida, Yuc., abril-17-2021
Gracias por reenviar a sus contactos nuestra columna de hoy.
Móvil: 9999041216
Notas al calce:
El programa Copetes y Balerinas, se transmite (hoy suspendido temporalmente por la Pandemia) en el canal 92.9 A.M. del Grupo Imer.
Busque en la aplicación You Tube, la canción Ever forever and ever y recuérdela.
Muchas felicitaciones a quienes el día de hoy cumplen años.
Hasta la próxima!