La Bebida de Zacá, ritual ancestral en agradecimiento a los espíritus del monte


Ixil, Yucatán, 3 de abril de 2021 (Rafael Mis Cobá) .- Los espíritus del monte recibieron su tradicional Bebida de Zacá, un ritual ancestral que los mayas actuales mantienen vivo y vigente, como se pudo constatar el pasado domingo cuando los socios y familiares del Rancho San Bernabé No. 48, ofrecieron a los dioses esa sagrada bebida elaborada de maíz molido con cáscara.

Oraciones y rezos de los participantes

Mis-Noticias fue invitado a participar en esta ceremonia que se lleva a cabo desde hace 35 años en esa unidad ganadera, ubicada a unos cinco kilómetros de Ixil en terrenos colindantes a la hacienda Too, del municipio de Mocochá.

Todos alrededor del altar

Para llegar al “48” viajamos en un jeep y en camionetas de redilas y de cama, en tanto que algunos más lo hicieron en motocicletas y bicicletas.

El señor Gil Abades Chan Pech, uno de los socios fundadores de la unidad comentó parte de la historia del lugar, donde durante muchos años funcionó un enorme y productivo campo de henequén, pero luego de que terminó el auge de las fibras, se comenzó a fomentar la unidad ganadera, hace unos 50 años.

Don Gil, uno de los fundadores del “48”

El ritual

Explicó que la Bebida del Zacá se comenzó a ofrecer hace unos 35 años como parte del ritual que le enseñó su padre y sus abuelos, y cuyo fin es agradecer a los espíritus y dioses del monte el cuidado de los animales y de los sembradíos, en su caso.

“Los dioses reciben la gracia del zacá y la persona encargada de la ceremonia pone la bebida y hace rezos y oraciones para ellos, como parte de una creencia que nos enseñaron nuestros antepasados”, señaló.

“El zacá es maíz molido con todo y cáscara, no como nixtamal, y en realidad es como un pozole pero con la cáscara del maíz, lo que le da un sabor especial y diferente”.

Preparando el altar

Recordó que en los primeros años el ritual lo hacía un señor llamado Don Nico, luego siguió Don Clotilde, Pedro Tejero, una persona de Baca y otra de Chicxulub. “Luego ya no había quien pusiera la bebida y la puse yo, pero simplemente para ofrecer la bebida porque los rezos y el tipo de oraciones no lo sabíamos, ya que tiene que ser una persona con conocimiento en estos temas”.

Desde hace tres años, la ceremonia la lleva a cabo el señor Marco Antonio Pérez Chan, quien es oriundo de Hopelchén, pero radica en la actualidad en una hacienda cercana a la localidad.

El señor Pérez Chan explicó que el ritual considera la elaboración de un muñeco de cera virgen, que es colocado desde un viernes antes debajo de una piedra plana que sirve como altar donde se coloca la bebida.

El muñeco cobra vida

“Este muñeco protege a los animales y a este pedazo de planeta donde vivimos y con nuestros rezos y oraciones purificamos el lugar, de tal manera que si alguien quiere hacer algo malo al rancho no se va a poder”, acotó.

Sentado en una pequeña piedra pegada a la albarrada que sirve como cerca de los ejemplares bovinos, platicó a Mis-Noticias que la protección es real y existe y que el muñeco puede cobrar vida para proteger el sitio. “Al muñeco se le puede poner un poco de sangre y si te mueres por alguna razón se queda con vida, en cambio con el zacá su vida tiene un cierto término de duración”.

Resaltó que la mayoría de los montes de la zona están trabajados y la protección solo se mantiene vigente cuando cada año se realiza lo que él llama la primicia de la bebida.

“Esta bebida es en agradecimiento a los espíritus del Agua (Já), del Fuego (K’ak), del Aire (Ik’), de la  tierra (Luúm) y a los dioses del Monte (Yum K’ax), del Sol (Yum K’in) y de la Lluvia (Yum Chaac)”.

Resaltó que todo esto contribuye a que los que trabajan en el rancho no tengan pleitos entre ellos y trabajen en armonía para hacer producir el rancho y todos puedan tener prosperidad.

Es un agradecimiento y petición a  los espíritus –subrayó–, porque todo se debe agradecer debido a que Dios nos da todo por añadidura, pues aunque vivamos mil años nunca vamos a poder pagar lo que Dios nos da día a día, jamás, nunca, ni el más rico ni el más pobre, pues solo con la vida que nos ha dado Dios ya no podemos pagarle.

Gracias padre mío

“Dios de generación en generación, sé que tú eres mi creador, gracias padre mío, porque no importando lo abrumoso y tortuoso  de nuestro transitar en este planeta, tu nunca nos abandonas, nunca nos dejas a la deriva; yo sé que vendrán tiempos en que todos seremos juzgados de todas nuestras  empresas y acciones y por eso te agradecemos todo los que nos has dado”, dice una parte del rezo que Marco Antonio Pérez Chan hizo en el ritual.

El señor Pérez Chan no se considera propiamente un J-men, sino una persona que aporta sus conocimientos que le legaron sus antepasados y que no lo hace con fines de lucro, sino para ayudar al prójimo. Además, realiza curaciones con base a bebidas y medicinas que él mismo prepara con insumos de plantas que obtiene del monte.

Después de la ceremonia, se repartió entre los presentes la bebida de zacá,  servida en jícaras, acompañado de un trago de xtabentún.

El altar con la Bebida del Zacá

El altar consistió en una piedra plana en cuyo alrededor se colocaron 9 velas, mientras que encima se dispusieron tres jícaras con zacá, una con agua, así como seis cigarrillos y dos botellas de xtabentún, bebida de los dioses. Debajo de la piedra, desde un viernes antes se colocó el muñeco de cera virgen.

De acuerdo con el señor Pérez Chan, la palabra zacá puede derivar de zac (blanco) y já (agua), que puede interpretarse entonces como bebida blanca.