Emiliano Zapata y la injusticia social contra los campesinos


Vía y cruces de los derechos humanos

El pasado día 10 fue de luto nacional, al conmemorarse el aniversario luctuoso del general Emiliano Zapata Salazar, a manos de fuerzas del gobierno y a quien la historia o los dirigentes de ella, le han quitado el apellido materno y lo recuerdan solo como Emiliano Zapata.

Emiliano nació en Anenecuilco, Morelos el 8 de agosto de 1879 y cayó bajo las balas de la traición del gobierno en Chinameca, Morelos el 10 de abril de 1919. Vivió en carne propia la opresión y las malas condiciones que tenía el sector campesino, ¿Algo ha cambiado desde ese entonces?

Su inconformidad lo hizo unirse a la Revolución que tanto prometió para la justicia y la libertad, de los derechos humanos que a lo largo de la historia han sido vulnerados por parte de quienes deben protegerlos, difundirlos y sobre todo hacerlos cumplir. Es decir las autoridades.

El Caudillo del Sur, como lo conoce la historia empuñó las armas, camino extremo y último recurso de quienes se ven sumidos en la opresión, el olvido, mientras los dirigentes de los destinos de la nación disfrutan del boato y la buena vida que no pueden, ni quieren darle a sus gobernados, cuyo único destino es producir y producir para llenar las arcas, mejor dicho no los bolsillo de la nación sino de los dirigentes venales.

Emiliano Zapata estuvo al frente del Ejército Libertador del Sur que encumbraría a Francisco I. Madero en la silla presidencial. El caudillo campesino no solo fue ideólogo sino también impulsor de la lucha social, con demandas agraristas que trataban de colocar del lado del sector campesino los ideales de justicia social, libertad, igualdad y por sobre todo el respeto a la propiedad comunal de las tierras y a las comunidades indígenas, que ahora conocemos como pueblos originarios, porque llamarlos indios es herencia de los conquistadores españoles que pensaron que habían llegado a la India, en busca de las codiciadas especias. Un acto de justicia es nombrarlos por el nombre originario, mayas, chichimecas, toltecas, etc. y no indios que se ha convertido en término despectivo.

Emiliano Zapata Salazar fue un hombre con aciertos y errores, según se desprende de su vida personal, pero no claudicó en su lucha contra el mal gobierno y la opresión.

Luego de la traición de Victoriano Huerta Zapata continuó con sus ideales con importantes reformas en beneficio de los campesinos cosa que no cayó bien en el gobierno de Venustiano Carranza, quien intentó pactar la paz con Emiliano, pero éste no quiso saber nada de “los asesinos de Madero”, como los llamaba.

Con un ejército de 27 mil hombres llegó a amenazar la ciudad de México. Carranza de nueva cuenta intentó pactar con el Caudillo del Sur, pero éste exigía la renuncia de Carranza y el reconocimiento del Plan de Ayala, cosa rechazada por Venustiano.

Entre los estertores de la guerra civil Francisco Villa y Emiliano Zapata hicieron una alianza y siguieron su lucha.

La traición elaborada con conocimiento de Venustiano Carranza, Pablo González y Jesús Guajardo llegó al extremo de fusilar a cincuenta federales leales para hacerle creer al Caudillo del Sur que Guajardo traicionaría a Carranza uniéndose a Zapata y dándole armas y parque para seguir la lucha.

Así llegó el 10 de abril de 1919 en la Hacienda Chinameca, Morelos, a donde se dirigió con una escolta de 10 hombres.

El ordenanza tocó con el clarín la llamada a honores. Esa fue la señal y Zapata y su escolta fueron acribillados desde las azoteas de la Hacienda. Más de 20 impactos de bala acribillaron al líder agrarista y a sus ideales.

Cada 10 de abril las autoridades le rinden pomposo homenaje mientras el sector campesino sigue sufriendo el despojo de tierras y las nulas condiciones de justicia y progreso social.

Vía y cruces de los derechos humanos…