El Gran Parque de la Plancha


Lo bueno… Lo malo…

Grillos gordos/ Inconformidad de maestros

Bueno es que nos visite, de nueva cuenta el preciso, para entregar a la noble comunidad yucateca el Gran Parque de “La Plancha”, que abre todo un abanico de posibilidades para el esparcimiento de meridanos, meridanas y visitantes de todas partes.

Malo es que esa importante obra haya sido inaugurada al alimón por el preciso y por el gober, sin que se haya concluido en su totalidad, pues hasta el miércoles 22, por ahí seguían dale y dale los trabajadores para concluirla, mejor dicho los elementos del Ejército Mexicano que como se sabe tuvieron, o tienen a su cargo esa obra.

Mis-Noticias publicó amplia información, el pasado día 15, en donde se indica que el Gobernador del Estado realizó un recorrido, en compañía del Comandante de la X Región Militar, Homero Mendoza Ruiz –como se sabe elementos militares participan o participaron en la realización de esa importante obra.

Quizá ya nadie se acuerde del deplorable abandono en el que estaba ese sector meridano, que se convirtió en refugio de malvivientes, y uno que otro artistilla frustrado que dejó parte de su obra inspiradora en los muros de la ex estación de ferrocarriles.

Lo malo de esta obra, el megaparque, sería que las y los usuarios de la misma no ayuden a conservarla en buenas condiciones, -cuando ya se haya concluido en su totalidad, que conste-porque como se ha dicho, está al servicio de la comunidad, hay que trabajar mucho, vigilar y poner nuestro granito de arena, para evitar que algún malandrín haga de las suyas, en perjuicio de la comunidad.

Bueno es que no haya faltado la manifestación de inconformidades, como maestros que pidem su aumento salarial y las revisiones en sus condiciones de trabajo. Bueno también que el preciso les haya aceptado, vehículo en movimiento, los documentos que contienen las peticiones del sector magisterial.

Malo es que un gobierno no dé respuestas, positivas o negativas a las inquietudes de un sector de la ciudadanía, cualquiera que este sea, puesto que esos ciudadano o ciudadanas confían en sus gobiernos, pese a que éstos no hayan podido o no hayan querido solucionar el mal que aqueja hasta el último de sus gobernados…

Bueno es que después de los dimes y diretes, ajustes y recontraajustes en torno a las candidaturas, primero para la Presidencia de la República, luego, para las y los suspirantes a los gobiernos de los estados y que luego, luego, los huesillos de consolación, -como comenté en colaboración pasada- pos ni tan consolación, porque ya se dice que así como el pueblo noble y bueno, está hecho un costal de huesos, nuestros grillos están más gordos que una piñata navideña, y cómo no estarlo, con los sueldazos que se mandan y que los han encumbrado como el nuevo sector de los riquillos, ¿riquillos? Ricotes, diría yo, pero eso no importa, lo que importa es lo que viene.

Seguirán los dimes y diretes y el esfuerzo de las y los suspirantes, para decir que son los mejores y que el de enfrente es el peor, y que si los menos malos y que los peores y que si los fifiíes.

En torno a este sainete, malo será que el pueblo noble y bueno no haga un profundo análisis en el fondo de sus conciencias, para que cuando venga, como se dice en el argot taurino, el momento de la verdad –cuando el matador se perfila ante su “enemigo”, para asesinarlo, pero corriendo el riesgo de quedar a su vez ensartado entre los tarros del martirizado cornúpeta.

En política el momento de la verdad es cuando el electorado llega a las urnas para ejercer su derecho al voto y depositar éste en la urna para señalar a quien considera tiene los méritos suficientes para el cargo por el cual compite. Por eso los inseguros recurren al acarreo y otras artimañas.

Ese es el panorama electoral perfecto diríamos, no las artimañas, sino la votación limpia, diáfana, pero lo peor es que por ahí existen los entes del mal que inventan, manipulan y ejercen actos indignos para lograr que esos votos emitidos con honestidad no sean cosa juzgada al momento del recuento y es cuando aparecen los mapaches electorales, esos que se roban las urnas en los sectores en donde consideran que su rival tiene ventaja. No es mi propósito hacer un recuento de las trampas electorales, pero no hay que olvidarse de las urnas embarazadas, es decir aquellas que ya tenían su rellenito previo de votos. Claro que ahora con las previsiones en contra de aquellas nefastas maniobras, por ejemplo, las urnas transparentes, pos se dificulta un poco más el hacer alguna triquiñuela, pero…

Lo bueno será cuando el electorado acuda masivamente a las urnas, para elegir a su candidata o candidato, porque si el padrón electoral acude en pleno, pos ya no hay forma de hacer ninguna fullería.

Bueno entonces será que la ciudadanía en pleno participe en la jornada electoral del año venidero, para designar a las o los mejores aspirantes, para ocupar el puesto por el cual compiten e impedir que las o los indecentes grillos que todavía saltan de allá para acá o viceversa, vean frustradas sus mefistofélicas intenciones de hacer que cada día quede más flaco el pueblo noble bueno y ¿SANO? –no hay medicinas en el sector salud, ¿o están escasas?

¿Será verdad?