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El culto a los muertos

Lo bueno… Lo malo…

Por Mariano Quintal Yam

Hermoso es ver que en estos días se recuerda, proveniente de viejas tradiciones entre los habitantes del llamado nuevo mundo, después de la llegada de Cristóbal Colón, el culto a los muertos, que en cada región de nuestro México tiene distintas formas de rememoración.

En la Península de Yucatán, que incluye a Campeche, Quintana Roo y Yucatán, recordamos el culto a los muertos con el Janal Pixán, tradicional altar, en el cual se incluyen, comidas, dulces –todo del gusto de los difuntos, así como sus herramientas, coas, machetes y utensilios propios del cultivo de la milpa-. También están los trastos de cocina, como las jícaras, provenientes del árbol del mismo nombre y los calabazos, para almacenar el agua…

En la comida el principal alimento es el pib o mucbipollo –creo que todos lo conocemos ¿o no? – o el guiso que más apeteciesen el señor de la casa, o la familia.

Sin duda alguna, esa hermosa costumbre, que en nuestros tiempos actuales inicia el 31 de octubre, día dedicado a las almas de niñas y niños fallecidos. El primero de noviembre se dedica a las personas adultas y el día dos del mismo mes a “todos los santos”, hasta concluir noviembre, cuando las ánimas han de retornar al más allá.

Esta tradición es producto del sincretismo, que es ni más ni menos que la fusión de dos o más culturas, puesto que antes de la conquista a manos de los españoles, los mayas de esta región, no se sabe que tuvieran alguna fecha fija para recordar a sus muertos, a los cuales enterraban en los cimientos de las casas, en cuevas o cenotes y consecuentemente no hay evidencia de algún altar para tal fin.

Sí se sabe que tenían la creencia de que sus muertos siguen presentes en sus hogares y de ahí la idea de darles de comer, o efectuar el Janal Pixán, o comida para muertos.

Cuando arribaron los españoles, trajeron, entre otras cosas la celebración del día de muertos, proveniente de otras culturas llegadas de allende los mares. Los evangelizadores europeos trajeron las fechas de la celebración, así como la cruz, aunque justo es decirlo, también trajeron la espada…

Así la tradición del Janal Pixán -ya lo dijimos- es producto del sincretismo, que, en nuestra historia no muy antigua, era algo muy especial pues se trabajaba desde mucho antes de las fechas señaladas, para elaborar el altar, desde la mesa que se hacía, al parecer con madera del Yaaxché o ceiba, hay quienes dicen que es el xcolonché y se armaba con cuatro soportes y las ramas que formaban la mesa, los manteles y desde luego la cruz, elemento del catolicismo. Las albarradas se pintaban de blanco para ayudar a las ánimas a reconocer el camino. Una noche antes toda la familia se iba a dormir temprano para no entorpecer con el bullicio la llegada de las ánimas. Hermoso, pero perdido ya…

Con el perdón de mis dos lectores, la columneja se ha tomado la libertad de este largo preámbulo por el cambio que estamos viendo en esta tradicional festividad de los mayas de Yucatán, que está perdiendo su esencia “vernácula” en aras de otro sincretismo que al parecer está avasallando la hermosa tradición yucateca con la “avalancha” de elementos del halloween, que finalmente también tiene su origen en el culto a los muertos en el que se considera influenciadora a la fiesta céltica de la cosecha del 31 de octubre y primero de noviembre, aunque hay la teoría de que el halloween en principio se inició como una festividad cristiana por la vigilia de Todos los Santos. Esa costumbre habría emigrado de Irlanda y Escocia en el Siglo XX y principios del XXI hacia Norteamérica.

No hay más remedio que decir en este punto de la remembranza, que bienvenidas sean las costumbres de otros lares cuando fortalezcan nuestras creencias y usanzas, pero mucho cuidado, que en un abrir y cerrar de ojos, Calígula se infiltraría en las costumbres del Pato Donald y éste se pondría a asesinar gente en aguas marinas, so pretexto de que son criminales y merecen la muerte sin ley alguna que proteja al ser humano, criminal o no. ¿Y el criminal que gobierna a una nación?

Muy triste que alguien, por la fuerza del poder y porque yo lo digo así es, se ponga a asesinar gente a mansalva.

Y cuidado, que el vecino incómodo ya está reactivando sus pruebas atómicas, para que no se olviden Hiroshima y Nagasaki…

¿Y la comunidad que solo desean la paz y el respeto en el orbe?