¿Derecho a la salud, o derecho a la muerte?


Vía y cruces de los derechos Humanos

Con profundo pesar hay que señalar que México ya rebasó la cifra de las 200 mil muertes a causa del Covid-19.

La humanidad está repitiendo tantos y tantos episodios de mortandad graves, a causa de una enfermedad, que como ahora, ha devenido en una pandemia que diezmó a gran parte de los seres ¿pensantes? como en nuestros tiempos.

Desde épocas inmemoriales la salud ha sido una de las grandes preocupaciones de los seres humanos, en una lucha incesante contra los efectos devastadores de la enfermedad.

Los seres vivos necesitan que sus organismos trabajen en condiciones óptimas para gozar de la vida, disfrutarla a plenitud. El equilibrio perfecto de sus funciones, es lo que denominamos salud. Cuando se desequilibra nuestro cuerpo surge la enfermedad que ya no deja que las personas estén a toda su capacidad física y se presente el deterioro del ente sano.

El derecho a la salud es una prerrogativa que obliga a los Estados a hacer algo para preservarla: Tener todo un aparato para garantizar la salud de los ciudadanos, médicos, enfermeros, hospitales personal calificado etc. y sobre todo leyes para conservar esa salud.

Una de las grandes epidemias la causó la peste negra, en la cual se estima que fallecieron unos 25 millones de personas, con toda la angustia, el terror que ocasionó en ese entonces, cuando las enfermedades las atribuía el vulgo, la gente a castigos divinos, hechicería, magia.

Detrás de esas grandes epidemias ha estado siempre la mano del hombre. La falta de higiene fue uno de esos grandes detonantes para hacer de caldo de cultivo a las bacterias, virus, que siempre estarán presentes y que como todos los organismos vivos evolucionan para mejorar, para subir de rango en la importancia de la vida, para hacerse inmunes a cualquier agente externo que ataque su existencia.

La población azteca tenía medidas de higiene sin parangón con la ¿higiene? europea. Los originarios de Aztlán antes de la conquista tenían, agua potable, letrinas públicas, Xipetotec, patrono de los médicos, Tzapotlatena, diosa de la farmacia, Tonantzin, de la tierra y consecuentemente de las plantas medicinales. Un pueblo limpio, sano, al igual que los mayas.

Pero hete aquí que llegaron sanguinarios conquistadores que además de diezmar a la población con espadas y armas de fuego y robarles territorios y posesiones, les llevaron viruela, sarampión, tifus y fiebre amarilla que dejaron, de los 25  millones de habitantes que tenía México, dicen, en 1521, solo 2 y medio millones en 1568. Terrible pandemia salida de ¿humanos?

Toda proporción guardada, la humanidad de hoy se comporta ferozmente, como los conquistadores de ayer, con nuestro entorno agrediendo el ambiente, consumiendo combustible fósil que arroja gran cantidad de contaminantes, al igual que las industrias y qué decir de los mares, ríos y lagos, bosques, contaminados, diezmados, especies desaparecidas.

Contra esas actitudes de la humanidad, no hay ley alguna que garantice nuestro derecho a la salud, esa prerrogativa tan importante como el derecho a la vida, pero recordemos que sin vida nada queda. Solo historia.

Luchemos pues por dejar una página brillante en nuestra existencia, como la dejaron los pueblos originarios de México, esa historia que les fue arrebatada por el peor depredador que tiene el mundo: El ser humano…

Cambiemos nuestra historia siendo mejores seres humanos, con autoridades preocupadas por nuestro medio y por hacer efectivo no el derecho a la muerte, sino el derecho a la salud… Y a la vida, de sus gobernados.